| 19 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Un presidente que miente; una oposición en las nubes

Una resolución firme confirma que Sánchez mintió a todos los españoles para fabricarse una coartada en su plagio. Pero la torpeza de PP y Cs provoca que solo se hable de sus problemas.

| EDITORIAL Editorial

 

 

Cuando La Moncloa difundió el pasado 14 de septiembre un comunicado oficial desmintiendo que Pedro Sánchez hubiera plagiado su tesis, tal y como han demostrado de manera fehacientemente hasta tres investigaciones periodísticas, ni conocía ni poseía el informe "antiplagio" cuyas supuestas conclusiones esparció como verdad institucional.

Es decir, el presidente que accedió al cargo apelando a la regeneración y pidiendo a los españoles que, para limpiar la vida pública, olvidaran que les iba a gobernar un dirigente repudiado en las urnas y aupado por el independentismo; mintió o hizo mentir a La Moncloa para  protegerse de una acusación que, de ser cierta, le invalida para la política.

 

No es una conclusión rebatible ni fruto de en exclusiva de una información periodística: es lo que confirma el Consejo de Transparencia y Buen Gobierno (CTBG), a instancias de ESdiario, con una resolución firme que verifica que ni la Presidencia del Gobierno ni ningún departamento de La Moncloa encargó ni posee el test que, sin embargo, difundió con sello oficial para darle la máxima autoridad.

Al plagio en sí mismo, documentado con incontables pruebas de ABC, Ok Diario o El Mundo no replicadas en los juzgados por Sánchez tras amenazar con ello;  se le suma así un escándalo de mayor gravedad: la mentira más burda tejida desde La Moncloa para regalar una coartada al líder que llamó "indecente" a Rajoy y aseguró que, con él, la ética y la transparencia marcarían la agenda pública.

Una mentira fabricada

Si a todos los presidentes cabe exigirles un comportamiento personal y público a la altura de sus funciones, mucho más a uno que ha apelado precisamente a esos valores como plataforma para revocar el dictamen de las urnas y, a mitad de legislatura, alcanzar la presidencia de un país con el voto de quienes más trabajan por deshacer precisamente ese país.

Es muy grave plagiar para obtener un doctorado; pero mucho más lo es tramar una mentira ya desde la Presidencia utilizando recursos públicos para recubrirla de autoridad e intentar, a la vez, convertir todo el episodio en un asunto estrictamente privado.

Sánchez ha mentido desde La Moncloa a todos los españoles, pero PP y Cs silencian o desatienden esa certeza mientras les vapulea la Junta Electoral

Sánchez utilizó su condición institucional para simular unas explicaciones de la mayor jerarquía. Y apeló a su privacidad, al mismo tiempo, para no dar detalles de nada. Porque tampoco ha enseñado el test antiplagio que La Moncloa difundió sin conocer, tal vez porque ni siquiera exista o, de hacerlo, no tenga la credibilidad técnica requerida. Que nadie le exija enseñarlo hoy mismo, desde la televisión o su oposición, resulta sonrojante.

Más allá de la manera en que obtuvo el Doctorado, la mentira es en sí misma de la máxima dimensión, y responde al mismo modus operandi empleado por Sánchez desde su investidura: el uso abusivo o irregular de los recursos públicos, sea un Falcon, los viajes de su mujer, las vacaciones o los helicópteros, con fines personales que se intentan esconder a cualquier precio.

El abuso con los recursos públicos

Unas veces, como en el caso de su tesis, utilizando La Moncloa para taparle. Otras, como en los gastos de Begoña Gómez o en los suyos propios, protegiéndolos irregularmente con la categoría de "Secreto de Estado". Y en ambos, con resoluciones adversas del CTBG que sitúan esas decisiones en su verdadero contexto: el del nepotismo y la irregularidad.

Pero si los abusos de Sánchez son estrepitosos, los silencios de su dos principales rivales, también. Ni el PP ni Ciudadanos han sido capaces de vislumbrar la envergadura de los hechos ni de atreverse a colocar este asunto a la cabeza de sus discursos, bien por la existencia de improcedentes pactos de no agresión, bien por mera torpeza.

 

El resultado es el mismo: el día en que el secretario general del PSOE, el presidente que impartía lecciones de ética y transparencia, era sorprendido con una mentira documentada e invalidante; solo se ha hablado del varapalo de la Junta Electoral a ambas formaciones por pretender el absurdo de la suspensión de las comparecencias tras los Consejos de Ministros o de las primarias de Cs en Castilla y León saldadas con un pucherazo.

A Mariano Rajoy le echaron Sánchez, Iglesias, Junqueras, Puigdemont y hasta Otegi tras arrasar al PSOE dos veces en sendas elecciones repetidas en seis meses, sin estar acusado de nada, por una declaración como testigo en un juicio considerado, por uno de los magistrados, como poco creíble.

El beneficiario de su campaña ha mentido, groseramente, y ni Casado ni Rivera tienen nada que decir. Luego se extrañarán de que las encuestas recojan una subida tan notable de Vox.