| 24 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Pablo Iglesias y parte de su grupo parlamentario en el Congreso.
Pablo Iglesias y parte de su grupo parlamentario en el Congreso.

Alarma en Podemos: el ego de Pablo Iglesias los condena al caos en el Congreso

La desgana y la indiferencia, también la insolvencia, hacen mella en las filas moradas. Y el jefe, dedicado a los gestos con pólvora de rey. ¡Cada uno se ahorca con la soga que prefiere!

| Ricardo Rodríguez Opinión

El esperpento, faena inequívoca y de gran producción en Podemos, les ha impedido ver el lóbulo de la oreja del lobo. Hasta ahora. Pablo Iglesias amenaza con convertir el invento, o lo que sea, en una simple anécdota desde el punto de vista institucional. El grupo parlamentario ha empezado a quebrarse ante la bochornosa incapacidad interna de cumplir con sus deberes como depositarios de la soberanía nacional. La pelea fratricida entre Iglesias e Iñigo Errejón tiene a la muchachada concentrada en el próximo Vistalegre II, el cónclave estatal a celebrar a finales de febrero, y lastra la labor en las Cortes. En román paladino, el caos atenaza a los podemitas.

La indiferencia ante los procedimientos, usos y costumbres que rige el Parlamento, e incluso la ignorancia del propio reglamento, la insuficiente coordinación con las confluencias o la falta de cualificación de los asesores son consecuencia de haber tomado el Palacio de la Carrera de San Jerónimo por una asamblea de facultad. Y así las cosas, el propio Gobierno ha llegado a corregir propuestas de Podemos e incluso les facilitó la triquiñuela de presentar su proposición de ley de subida del salario mínimo hasta los 800 euros con su entrada en vigor el 1 de enero de 2018, es decir, sin afectar a los Presupuestos en vigor sino a los siguientes. De esa manera, La Moncloa se evitó un nuevo uso de la facultad del veto. El tanto, claro, quedó en un espejismo en cuanto el Ejecutivo pactó con el PSOE un incremento del SMI a 700 euros. 50 euros más, vale, pero son para ya.

Otro dato: Los apabullantes avatares morados para adaptarse a la realidad de las Instituciones llevaron al socialista Manuel Cruz a querer ejercer la cortesía parlamentaria de informar a su homólogo podemita Javier Sánchez sobre la iniciativa conjunta de PP-PSOE-C´s para constituir una subcomisión que ponga las bases de un Pacto de Estado de Educación. Y hacerlo, además, de primera mano antes de que la propuesta entrara en el Registro del Congreso. Cruz tiró de móvil, dejó mensajes, pero Sánchez tardó horas en descolgar. Seguro que su Señoría tendría algo mejor que hacer, como participar en tertulias o, simplemente, seguir la pugna entre Iglesias y Errejón, convertida sin vergüenza en un pasatiempo más de las redes sociales.

En el seno de Podemos sienten el filo de la espada de Damocles en sus cervicales. El origen no es tanto la evidencia de que no pintan casi nada, como la frustrante parálisis de la dirección a la hora de reconducir tal situación. Está por ver que quienes deben preocuparse ante esa eventualidad tomen las consabidas decisiones. Esa realidad ya ha llevado a la rebelión a un puñado de noqueados diputados que filtró convenientemente su exigencia de una reunión del grupo el pasado jueves para unificar criterios. Fue, a diferencia del resto de fuerzas que se junta semanalmente, una de las escasas citas que han tenido hasta ahora y tuvo lugar bajo la batuta de Carolina Bescansa, a la sazón secretaria del grupo parlamentario. Pintaron bastos.

La tentación, por parte de los mandos, es siempre relativizarlo todo. La XII Legislatura va a dirimir el futuro de España, teniendo que hacer frente a muchos y graves problemas enquistados durante décadas. Quienes entiendan este cambio sustancial podrán dar respuesta a la ciudadanía. Aquellos, en cambio, que se refugien solo en tacticismos serán arrumbados por la galerna. El ego de Pablo Iglesias es el nudo gordiano. El líder de Podemos hubiera podido forcejear por meterse en el partido, pero ha optado por las pellas para dedicarse full time a la calle, las peroratas fútiles, las descargas sobre los periodistas y demás sainetes inútiles con pólvora del rey.