| 24 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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Caso IVAM: La pregunta incómoda que la juez no quiso que se contestara

El procesamiento de Consuelo Císcar por presunto fraude con la compra de obra póstuma de Rueda refresca la historia del IVAM, referente mundial por su colección póstuma de Julio González

| Á. Errazu Edición Valencia

El Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM), reconocido internacionalmente entre las más importantes pinacotecas de arte moderno y contemporáneo, posee también una notable muestra de esculturas en su colección.

Nacido de la mano de Tomás Lloréns a finales de 1986, contó desde sus inicios con una operación estratégica que lo situó de inmediato como referencia. La adquisición por compra y donación simultánea de obra del artista español Julio González, fallecido en su exilio parisino en 1942, ideada por el propio Lloréns y el escultor valenciano Andreu Alfaro, supuso una seña de identidad y una marca muy sólida para los inicios del joven museo valenciano.

Tras la construcción del edificio, proyecto de los arquitectos Emilio Giménez y Carlos Salvadores, y una nueva adquisición de obras, esta vez a iniciativa de Carmen Alborch, directora tras Lloréns y su nombramiento como ministra de Cultura con Felipe González, el IVAM adoptó con acierto la denominación complementaria de Centro de Arte Julio González.

 

Gran parte de esa obra adquirida -por un precio aproximado a ochocientos millones de pesetas en su conjunto-concretamente todos los bronces fundidos, es obra póstuma del artista. Obra ordenada y vigilada en su confección por sus herederas, realizada en prestigiosas fundiciones parisinas, a partir de terracotas, yesos, piedra o metales diversos, con ausencia de moldes o instrucciones precisas del autor, y algunas ampliaciones de tamaño. Naturalmente fueron las herederas y legítimas propietarias de la obra y sus derechos, quienes realizaron la venta y donación.

Desde entonces el IVAM es referencia mundial con respecto a Julio González para estudiosos, críticos y artistas. Algunos de esos bronces póstumos e idénticos, numerados e identificados, pueden verse en museos de la relevancia del Georges Pompidou de París, el MNAC de Barcelona y el MNCARS de Madrid, así como en numeras colecciones privadas de instituciones y particulares.

En opinión de los expertos sería un “sacrilegio” dudar de la autenticidad de la obra póstuma de Julio González. Y ello es lo que animó al ex juez Gómez Bermúdez, que ejerce la defensa del heredero de Rueda, a solicitar el criterio de Rosario Peiró, acerca de la comparación entre la obra póstuma de ambos, con motivo de su comparecencia para ratificar su Informe Pericial. Y a protestar formalmente por la férrea oposición de la Instructora a que fuera contestada su pregunta.

Rosario Peiró, directora de colecciones del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, debe saber muy bien, afirman fuentes de las defensas,  las características de la Daphne de Julio González que exhibe el museo madrileño, también adquirida a sus herederas. Y, en consecuencia, entienden más que pertinente la comparación. La gran escultura de Alberto Sánchez -añaden- realizada muchos años después de su muerte en Moscú, a partir de fotografías y dibujos de un original destruido y de menor tamaño, y adquirida a sus herederos, también por el MNCARS es otra muestra de interés para esta causa.