| 27 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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El violador reincidente y el debate de la prisión permanente revisable

Se llama Guillermo Fernández Bueno y estaba condenado por violación y asesinato cuando se fugó. Su perfil psicológico resucita el debate sobre la prisión permanente revisable.

| Pilar Enjamio Opinión

 

 

Dos violaciones y un asesinato es el historial de Guillermo Fernández Bueno,el preso que se ha fugado de la cárcel de El Dueso durante un permiso que nadie entiende cómo se le concedió, dada su alta peligrosidad y la ausencia de reinserción.

Alerta en toda la sociedad dada la personalidad sádico-agresiva de este hombre. Con total seguridad su patrón de conducta repetirá acciones de forma compulsiva, impulsivamente y de nuevo la desprotección de toda una sociedad, especialmente de las mujeres.

Sólo elevará su autoestima y descargará su agresividad a través del sadismo, del disfrute del dolor y sufrimiento de otra persona. El goce con el dolor del otro. El alivio de sus pulsiones es pasajero, momentáneo y necesitará volver a repetir ese comportamiento agresivo y sádico. Es evidente su altísima peligrosidad.

 

A veces o casi siempre, con este tipo de criminales no sucede nada con sus parejas porque son como esa coraza que les protege y necesitan, pero con el resto no es nada de extrañar nuevas violaciones e incluso asesinatos. Dicen que todo se remonta a los problemas y abandono de su madre y es como si en cada acto violento matara o eliminara a una madre mala que le dañó y le lleva a creer que cada mujer es mala.

Nada funcionó

Es un rasgo psicopático de nula empatía con el dolor y sufrimiento ajenos,  a pesar de haber realizado programas de reinserción  como la terapia para agresores sexuales. Comenzó a disfrutar de permisos en 2012: habiendo salido ya más veces, esta vez no ha vuelto y acaso esté en otro país.

 

 

Desde el pasado 15 de julio no se sabe su paradero. Ha sido apoyo en el programa de prevención de suicidios y sí, fue colaborador pero sin tratamiento: en la calle todo volverá incluso con más virulencia. Y ello pese a haber estado en la cárcel de Santoña, de celdas con vistas a la bahía y con unas reglas o normas de conducta necesarias para conseguir la reinserción y libertad.

 

También participó en el curso de vivir sin violencia para controlar la impulsividad a través de armas eficaces. En 2002 fue condenado a 26 años de cárcel. En una de las violaciones su víctima fue Ana Rosa Aguirrezábal, a la que cortó el cuello con un cuchillo.

Es un delincuente en toda regla o, mejor dicho, un psicópata. El juez le concede permisos a pesar de que los terapeutas y profesionales de prisión lo desaconsejan. Su intención de huida la demuestra la celda prácticamente vacía antes de irse y se cree ayudado por una pareja  a la que conoció cuando ya estaba preso y con relaciones permitidas cada cierto tiempo.

El peligro

Uno se pregunta cómo alguien puede enamorarse de un asesino. Acaso una mujer con una autoestima baja y que considera nadie la valora y ella será heroína y salvadora para que su autoestima suba por las nubes. Se considerará importante y de su mente desaparecerá el peligro.

De nuevo subyace  la necesidad de la prisión permanente revisable en casos como estos. A quien dice que este tipo de condena es inhumana yo le diría que la única inhumanidad es que pueda haber nuevas violaciones y muertes. Y con la aquiescencia, aunque no sea obviamente ésa su intención, de un Gobierno que quiere eliminar una respuesta preventiva imprescindible para este tipo de criminales reincidentes.