Pablo Iglesias y sus peligrosos vínculos con Irán

El vicepresidente  muestra la mejor de sus sonrisas en el Congreso. Cuando la oposición le pide explicaciones sobre el caso Dina, Pablo Iglesias se siente el gran protagonista del hemiciclo y acusa a Teodoro Gomez Egea de llevar un discurso flojo. Le va la marcha, sin lugar a dudas. Se siente tan poderoso que disfruta como un niño con zapatos nuevos.

Su problema es que hace las funciones de vicepresidente y ataca como si estuviera al otro lado del charco, lanzando balones fuera y no respondiendo absolutamente a nada. Irene Montero sigue con su discurso feminista porque poco más tiene que añadir en estos momentos, aunque acuse a la oposición de no celebrar el “acuerdo” histórico logrado por Pedro Sánchez en Bruselas. El tiempo dirá si los 140.000 millones son suficientes para regenerar nuestra maltrecha economía.

Mientras tanto, siguen corriendo ríos de tinta sobre la supuesta financiación ilegal de Podemos y las últimas informaciones publicadas por el diario “El Mundo” apuntan a que Irán financió con 9 millones de euros la productora del señor Iglesias.

LajJusticia es la única que tendrá que decidir si ha incurrido en algún delito, pero lo que nadie le puede negar es la fascinación que siente el vicepresidente del Gobierno por países como Irán y Venezuela.

El país árabe no se distingue precisamente por su libertad en ningún sentido y son muchas las víctimas que han sido azotadas ó incluso torturadas por criticar al régimen-mujeres, homosexuales, periodistas ó cristianos, ha denunciado Amnistía Internacional en multitud de ocasiones-. Solamente en el primer semestre de 2019 fueron ejecutadas 110 personas, liderando el país del Ayatolá Jamenei el mayor número de ejecuciones per cápita del mundo.

Para la historia de nuestra hemeroteca quedarán aquellas palabras de “la azotaría hasta que sangrara”, atribuídas a Pablo Iglesias y refiriéndose a la periodista Mariló Montero. En Irán-curiosamente- son terriblemente aficionados a los latigazos. Cualquier motivo como cuestionar con el regimen, beber alcohol ó ser infiel, es buena excusa para atizar a los iraníes. 

El hecho de que Pablo Iglesias tenga ó haya tenido cualquier vinculación con el régimen iraní es motivo suficiente para plantearse el vicepresidente que tiene España.