| 22 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Consumo de sustancias prohibidas y violencia desatada

El cóctel de enfermedad mental, fármacos, consumo de alcohol y cannabis es bastante más habitual de lo que pensamos y provoca episodios violentos en vecinos que agreden a sus familias

| Enrique Arrúe * Edición Valencia

La problemática está servida… en las acciones de supuesta criminalidad, en la violencia ejecutada con otra u otras personas ante el ataque de un individuo (o de varios), observamos judicialmente lo importante que son las valoraciones de las eximentes, agravantes, atenuantes y otras circunstancias que son valoradas en el proceso judicial para determinar el principio del dolo (querer hacer…), y la culpa (probar que está tipificado como una conducta delictiva) y en consecuencia se establece la pena, medida de seguridad o inclusive la libre absolución.
Nos comentaba un compañero una intervención policial en la que ya han actuado en más de cinco ocasiones. Al parecer se trata de una familia de dos miembros, un individuo de unos cincuenta y cinco años (el hijo) y una anciana de noventa y dos (La madre).

Lo inaudito del relato es ver que en siglo XXI existan todavía este tipo de situaciones que se dan más de lo ustedes pueden imaginarse. El policía nos comenta que el hijo no trabaja desde hace bastantes años porque al parecer cobra una mensualidad por incapacidad, padece una enfermedad mental, una psicosis episódica que en ocasiones lo vuelve muy violento, de modo que exige a su anciana madre “dinero” para dos cosas para él fundamentales: El juego en apuestas deportivas, máquinas tragaperras, prostitución y el consumo de alcohol y cannabis (actualmente ya no consume cocaína). La enfermedad mental que padece no casa nada bien con el consumo de alcohol, drogas y la persona evita tomarse la medicación, ya que él piensa que está muy bien y que no necesita sedarse, con lo cual los episodios violentos aparecen muy a menudo (según afirman los propios vecinos de la finca).

La madre, completamente intimidada y coaccionada por el terror que le infringe, llama a los servicios de emergencia cuando cree que la va a matar, porque ya la ha agredido en más de una ocasión.

Los policías si ven obviamente indicios lo detienen y ponen a disposición judicial, pero existe en ocasiones la habilidad del individuo para no dejar casi marcas de lesión física (la psicológica es obvia), y la madre una vez llega la policía se pone de parte del propio hijo, afirmando que se ha puesto nerviosos y que no le ha hecho nada, que está enfermo y que lo perdona.

Que jamás presentaría una denuncia contra su hijo (como en ocasiones ocurre en la violencia machista).
Los servicios sanitarios SAMU y los médicos de los ambulatorios locales habitualmente hacen lo que pueden, te solventan los casos graves con profesionalidad, con urgencia. Ellos te dicen que el tratamiento farmacológico es necesario y son conocedores de todos aquellos que no lo asumen, puesto que intervienen con ellos diariamente. Los ángeles de la guarda.
No se alarmen pero esto sucede a menudo en este tipo concreto de casos. No sé si recuerdan el caso ocurrido en el municipio de Paterna, del hijo que mata a los padres con una escopeta de caza. Estos padres estaban hartos de pedir ayuda por el comportamiento violento e impredecible del hombre de 35 años.

La propia prensa local indicaba que los vecinos, antes del parricidio, se habían reunido porque tenían miedo de la reacción del hijo que al parecer sufría algún tipo trastorno (aunque no se sabe cuál). A nadie le sorprendió este hecho dramático. No sabemos si ese día tomó drogas o alcohol, pero si les podemos afirmar que son un cóctel mortal para una persona susceptible de reaccionar imprevisiblemente.
Es una lástima que tanto criminólogo especializado no sea aprovechado por los Ayuntamientos para realizar los debidos estudios empíricos para advertir a las autoridades de los peligros que suponen para las propias familias y aquellos ciudadanos (Los vecinos que tienen que soportar la convivencia forzosamente), en aquellos casos graves de enfermos mentales violentos, que además que no tomar la medicación, sabemos, que consumen drogas y alcohol.

Estos profesionales podrían trabajar conjuntamente con las policías, los servicios sociales, y los servicios sanitarios para buscar aquellas soluciones que evitarían muchas lesiones graves o muertes anunciadas.

 

*Oficial de Policía Local y Grupo EmeDdona