| 08 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Rivera pidió expresamente tener un atril para poder hablar desde allí.
Rivera pidió expresamente tener un atril para poder hablar desde allí.

Se salió con la suya: una petición expresa de Rivera dio la vuelta al debate

Siguen trascendido detalles de la intrahistoria del debate decisivo a cuatro. Fuentes de la formación naranja confirman que su líder consiguió poner patas arriba el plató con un simple gesto

| Antonio Martín Beaumont Opinión

Era "el debate”, con mayúsculas. Fichas, colaboradores, trajes fetiches, equipos de redes... porque la batalla estuvo también en Internet. Los cuatro estuvieron pendientes de los indecisos, esos que hoy forman, según nos cuenta la “sondeocracia” vigente, el partido más potente de España. Las estrategias de los contrincantes quedaron inmortalizadas en el Palacio Municipal de Congresos de Madrid. A trece días para las elecciones, los candidatos mostraron sus cartas mirando a las cámaras. 

“El debate sobre la indumentaria acompañó a Rivera hasta la misma tarde del lunes", señalan fuentes de la formación naranja.

En realidad, no sólo resultó importante lo que dijeron, sino la puesta en escena. Sí, sobre todo la escenografía. Con atriles, por petición expresa de Albert Rivera, para camuflar los nervios. Porque la falta de atril en diciembre jugó en contra de la poca tranquilidad gestual de un líder de C's que esta vez, por aquello de no resultar demasiado formal o institucional, se enfundó en un traje azul marino, entallado prieto, camisa blanca y sin corbata. “El debate sobre la indumentaria acompañó a Rivera hasta la misma tarde del lunes", señalan fuentes de la formación naranja. 

El secretario general de Podemos sólo cedió en no llevar una camisa a cuadros gastada.

Dudas también provocó Pablo Iglesias en sus asesores. Con una camisa blanca arremangada, debidamente ceñida por dentro del pantalón, y unos jeans oscuros, además de deportivas desgastadas, destacó sobre sus rivales. Pero, los suyos temieron que la ausencia de chaqueta le jugase una mala pasada y saliesen a la luz desagradables manchas de sudor en las axilas. El color blanco de la camisa ayudó a que tal aspecto quedase más disimulado. El secretario general de Podemos sólo cedió en no llevar una camisa a cuadros gastada. Esa hubiera sido su opción personal, puesto que así se siente más cómodo.

En realidad, si algo parece que ha quedado sepultado en esta carrera del 26J es la discusión entre “nueva” y “vieja” política.

Los debates, claro, se juegan en todos los escenarios, también el del estilismo. Uno y otro demostraron que se han hecho en los platós. Antes de entrar en el escenario, tanto Rivera como Iglesias, dieron muestras de temer el tú a tú con Mariano Rajoy, tan avezado parlamentario. Era la primera vez que iban a debatir con él. La larga experiencia del presidente del PP compensó sus carencias telegénicas, reconocidas incluso por sus colaboradores de mayor confianza. Pero, además, estuvo a otro nivel, ciertamente se comió a los tres contrincantes en el bloque económico. Defendió. Atacó. Convenció. Los suyos este martes no disimulaban su enorme satisfacción. En Génova 13 creen que “en un tres contra uno no consiguieron vencerle”, luego, “fue el ganador”. Atrás quedaron las eternas disquisiciones hace unos meses sobre la vejez que transmitiría el presidente por televisión frente a contrincantes más jóvenes.  En realidad, si algo parece que ha quedado sepultado en esta carrera del 26J, por el peso del eje tradicional ideológico izquierda-derecha, es la discusión entre “nueva” y “vieja” política. 

El “zasca” más comentado a Rajoy en el debate no se lo propinó ningún político, sino el periodista de Antena 3 Vicente Vallés.

Peor le fue al líder del PSOE. A perro flaco todo son pulgas. Pedro Sánchez quedó casi anulado, sin sitio, encajonado entre Rajoy e Iglesias y con un Rivera que consiguió dar algunos golpes llamativos para los telespectadores. De poco sirvió que durante el primer descanso publicitario Óscar López pasase al plató a pedirle “más garra y espontaneidad” porque estaba demasiado “encorsetado entre mensajes memorizados”. Los socialistas pierden, según el CIS, toda suerte de votantes. Por su izquierda y por su derecha. El objetivo del candidato del PSOE era presentarse como la única alternativa real a Rajoy y, desde luego, se quedó sin fuelle. No tuvo la capacidad para mostrarse creíble en ese papel. Así que se le escapó la oportunidad de coger aire frente a un candidato de Unidos Podemos que con las ideas claras se lanzó con descaro contra Rajoy y ninguneó a Sánchez. Por cierto, habrá que decirlo, el “zasca” más comentado a Rajoy en el debate no se lo propinó ningún político, sino el periodista  de Antena 3 Vicente Vallés. Así son las cosas.