| 19 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Imagen del octavo avión con material sanitario
Imagen del octavo avión con material sanitario

De los aviones de Puig a los discursos de Sánchez: credibilidad ante el Covid-19

La figura del president de la Generalitat ha crecido después de tocar fondo la consellera de Sanitat y de delegar la compra de material en una comisión. Ha ganado en comunicación

| H. G. Edición Valencia

"Las palabras que no van seguidas de los hechos no valen para nada". La frase, atribuida al orador ateniense Demóstenes, constituye, en la práctica, la base de toda credibilidad. Incluso en la vorágine de imágenes que exhiben una realidad parcial, supuestas noticias, cascadas de informaciones contradictorias, advertencias apocalípticas, anuncios de medidas que dejan sin vigencia las que se deban por seguras el día anterior y discursos vacíos que nos aturrullan en esta crisis sanitaria.

Este domingo aterrizaba en Manises un avión Antonov, el octavo de la denominada operación Ruta de la Seda que transporta material para prevención del personal sanitario con destino a la Comunidad Valenciana. La imagen repleta de cajas resulta tan elocuente como aquella que siempre evocaba Margaret Thatcher, cuando indicaba cargada de razón que una foto de una enfermera sonriente atendiendo a un anciano dice mucho más que folios y folios de estadística de inversión sanitaria.

Los departamentos de salud de la Comunidad Valenciana siguen necesitando material de prevención para sus profesionales, debido al volumen de la actividad y al desgaste de su lucha sin tregua contra el Covid-19. No obstante, y a pesar de la nula previsión, ya va llegando. Ahora falta otro hecho fundamental, los test, y aquí sí que la reivindicación constante se centra en la aportación del gobierno estatal.

El president de la Generalitat, Ximo Puig, no empezó con demasiado acierto esta grave crisis que pone a prueba la capacidad de todos los dirigentes. La inició con aquella rueda de prensa ´escoltado´ por varios consellers y en la que anunciaba la suspensión de Fallas y Madgalena. "Para decir eso no hace falta ser president", criticó con dureza la experta en comunicación no verbal Sonia El Hakim.

 

Después se limitó a secundar las medidas que dictaminaba el Consejo de Ministros y que anunciaba el presidente, Pedro Sánchez. Sin más, en contraste con dirigentes más reivindicativos y activos como la máxima responsable de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. o el de Cataluña, Quim Torra, aunque este último lo mezclara con veleidades independentistas. 

Mientras, una consellera de Sanitat desbordada, Ana Barceló, comparecía cada día para dejar en evidencia, en la práctica y a pesar de sus negativas, la carencia de previsión y de prevención. Hasta que llegó el día en que incluso se permitió atribuir el contagio de personal sanitario a viajes realizados. Ahí ya tocó fondo. Y tuvo que rectificar.

Y Puig empezó a adquirir más seguridad en su protagonismo. Una de las claves consistió en su determinación de crear, el 28 de marzo, una comisión que se encargaría de las compras de material sanitario. Liberó de esa tarea a la consellera del ramo y delegó las gestiones, sobre todo, en dos personas de su confianza como María José Mira, vinculada a la labor social antes de entrar en política, y Rebeca Torró. Así empezaron a aterrizar los aviones con material.

Rueda de prensa con preguntas por videoconferencia

De manera parelala, el presidente de la Generalitat también accedió, guiado por su equipo de comunicación, a que las preguntas en sus ruedas de prensa y las de sus consellers, sobre todo en las diarias de Barceló, fueran por videoconferencia y no por medio de whatsapps cribados. El presidente del Gobierno empezó a hacerlo con ese método dos semanas más tarde y únicamente por las críticas de cientos de periodistas y la negativa de varios medios, entre ellos Esdiario, a participar en esas pseudo ruedas de prensa.

Mientras iban aterrizando aviones con material y la Comunidad Valenciana mantenía una tasa de contagios en la media nacional (aunque en personal sanitario ya lo supera), Puig ha ido creciendo en un liderazgo que ha afianzado con otros dos factores: incrementar su perfil reivindicativo frente al Gobierno estatal de Pedro Sánchez y el apoyo cerrado en esta crisis del Partido Popular, principal formación de la oposición, y en particular de su síndic, Isabel Bonig.

La empatía con Bonig

Con un Ciudadanos crítico aunque más moderado y con Vox, difuminado. Bonig y Puig se han dedicado varios gestos de apoyo y empatía, en una línea de cercanía bastante superior a la que mantienen, a nivel nacional, Pedro Sánchez y Pablo Casado. El president de la Generalitat tampoco se ha visto abocado a contener las apariciones sorpresivas, y que en ocasiones rompen el discurso del presidente del Gobierno, de Unidas Podemos. En la Comunidad Valenciana Compromís y el partido de Pablo Iglesias han optado por un perfil bajo en esta crisis. A la sombra de Puig. Sin asomar demasiado la cabeza.

Si Ximo Puig empezó sin fuelle y con retraso en esta crisis sanitaria, poco a poco ha ido cogiendo fuerza y liderazgo. Básicamente desde la llegada de los aviones. Con hechos. Que contrastan con los discursos sin autocrítica, contradictorios y contemporizadores con su propia gestión de Pedro Sánchez. Puig sí ha sido capaz de reconocer, sin ahondar mucho en el tema, eso sí, que han podido cometer algunos errores.

“Lo peor no es cometer un error, sino tratar de justificarlo, en vez de aprovecharlo como aviso providencial de nuestra ligereza o ignorancia”, afirmaba el científico español Santiago Ramón y Cajal. Una sentencia que, en sentidos diferentes, podría aplicarse a Puig y a Sánchez.