| 23 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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Rajoy y Puigdemont escenifican la unidad de las instituciones y fuerzas políticas.
Rajoy y Puigdemont escenifican la unidad de las instituciones y fuerzas políticas.

La tregua política tras la masacre es un espejismo: el separatismo no se detiene

El trauma ha brindado, al menos por unas horas, un ambiente de unidad que nadie se ha atrevido a romper; pero las diferencias políticas que existían el miércoles siguen muy vivas.

| Charo Zarzalejos España

Cuando no habían pasado 24 horas del atentado de Las Ramblas de Barcelona, el presidente del Gobierno y el jefe del Ejecutivo catalán salvaron la requerida foto de la unidad. Fue en una breve comparecencia conjunta presidida, como no podía ser menos, por discursos de agradecimiento y llamamientos a la unidad frente al terrorismo.

Mariano Rajoy sí puso énfasis en recordar que la lucha contra el terrorismo era un objetivo prioritario de España y del conjunto de Europa. La bandera nacional y la senyera presidieron esta comparecencia que tanto ciudadanos como partidos políticos y medios de comunicación echaban en falta.

Tras ella, Rajoy y Carles Puigdemont presidieron una reunión conjunta con responsables policiales para realizar una nueva evaluación de la situación. Un poco después comparecieron el comisario jefe de los Mossos y el consejero de Interior de la Generalitat. El escenario fue el mismo que el de Rajoy y Puigdemont pero con un detalle distinto. En esta segunda comparecencia, la bandera nacional había desaparecido de escena.

Nadie hasta ahora se ha atrevido a romper la tregua política

El trauma por el terrible atentado ha brindado, al menos por unas horas, un ambiente de unidad que nadie se ha atrevido a romper; aun a sabiendas de que si bien es unánime la condena del terrorismo, las estrategias no son las mismas y las diferencias políticas que existían el miércoles se mantienen vivas tras la matanza.

Antes de esta comparecencia conjunta y después del multitudinario minuto de silencio presidido por el jefe del Estado, Felipe VI, el presidente de la Generalitat, en declaraciones a Onda Cero tachó de "miserable" la utilización del terrorismo como argumento para atacar el proceso de secesión que él abandera, afirmando que el atentado "no va a modificar la hoja de ruta del procés".

Con estas palabras, el jefe del Ejecutivo catalán desvaneció, para quien la tuviera, la esperanza de que el atentado que ha convulsionado a Barcelona y a España entera supusiera un antes y un después en la agenda de quienes vienen defendiendo el referéndum anunciado para el 1 de octubre.



Desde el minuto uno, el presidente del Gobierno y con él el conjunto del Ejecutivo han mantenido de manera deliberada lo que se llama "perfil bajo" para que todo el protagonismo corriera a cargo de los responsables de la Generalitat. Desde el Ministerio de Interior no se ha celebrado rueda de prensa alguna pese a disponer de tanta información -y en algunos aspectos, quizás, más- como los Mossos, a los que se les reconoce una "extraordinaria labor en una investigación mucho más compleja de lo que cabía imaginar en las primeras horas".

Con el paso de las horas se evidencia la complejidad de la investigación. Los hechos demuestran que lejos de tratarse de un "lobo solitario", detrás de la furgoneta que embistió en Las Ramblas hay una célula entera, una organización mucho mayor de la que los cuerpos y fuerzas de seguridad imaginaron en los primeros momentos.

La coordinación y colaboración policial están siendo absolutas

La primera llamada de Rajoy fue para el presidente de la Generalitat, al que ofreció "todo, absolutamente todo el apoyo y puesta a disposición de todos los resortes y medios del Estado". De hecho, en el comité de crisis convocado por la Generalitat a los pocos minutos del atentado, se incorporaron representantes de Guardia Civil y Policía Nacional. Asimismo, el contacto y colaboración con el CNI ha sido permanente.

Esta coordinación y colaboración policial no se vio reflejada en el campo político. Es verdad que tanto el presidente del Gobierno como la vicepresidenta tuvieron que viajar, en cuestión de horas, a Barcelona pero la premura de los acontecimientos "no es argumento bastante para que no se hubiera producido una imagen de mayor unidad", se indica desde Ciudadanos.

La imagen el jueves de Rajoy en la delegación del Gobierno y de Puigdemont en la Generalitat en momentos de máxima tensión sin que se produjera una mínima comparecencia conjunta fue un dato que no pasó desapercibido y que se ha salvado con la breve, pero conjunta, comparecencia de este viernes.

Sin salirse del guión

Hasta el momento, ningún responsable político ha querido romper el ambiente de unidad. Muy al contrario, todos se han cuidado mucho en no utilizar ni una sola palabra o reflexión que se saliera del guión de unidad que exige la gravedad de la situación. La preocupación en el Ministerio de Interior no es menor. Ya se han dado las ordenes pertinentes para que, sin modificar el nivel cuatro de alerta, se tomen medidas de especial precaución en los lugares más sensibles de las principales ciudades españoles. Así, Madrid cuenta con más calles protegidas por bolardos y hay una mayor presencia policial en lugares emblemáticos de ciudades como Valencia, Sevilla o Bilbao.

De acuerdo con impresiones recogidas en los grupos parlamentarios, ninguno prevé modificar las estrategias que ya tenían diseñadas. Manteniendo, eso sí, un compromiso de unidad frente al terrorismo y de apoyo sin condiciones a la labor policial, que se calcula habría podido podido frustrar más de un atentado en territorio español.

Salvado este principio, que se verificará en la reunión del pacto antiterrorista prevista para el lunes, el atentado de Barcelona no va a cambiar, en principio, las agendas políticas. De entrada, no esta previsto que Podemos modifique su actual estatus de "observador", permitido por las demás fuerzas políticas, ni que al pacto se sume ERC. El atentado de Las Ramblas, pasados los días, muy pocos días, no va a suponer un antes y un después. En el proceso secesionista, tampoco.