| 24 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Defender al Rey es defender a España del nacionalpopulismo... y de Sánchez

| EDITORIAL Editorial

 

 

La campaña de ataques del soberanismo al Rey, tolerada hasta límites inaceptables por el Gobierno de Sánchez, ha encontrado un merecido antídoto en la concesión del Premio Mundial de Paz y Libertad (World Peace and Liberty Award) que concede la Asociación Mundial de Juristas, compuesta por profesionales de más de 70 países y recibido por personalidades de la talla de Winston Churchill y Nelson Mandela.

Es triste que el reconocimiento al papel del Rey venga de fuera mientras en una parte de su país es boicoteado desde las propias instituciones que protege la misma Constitución que consagra el sistema de Monarquía Parlamentaria con un abrumador respaldo de la ciudadanía, que votó libremente esa manera de regirse en libertad.

Porque en Cataluña Felipe VI ha sido declarado persona non grata por ayuntamientos instigados por la Generalitat, recibe el desprecio constante de personajes como Ada Colau y soporta, constantemente, los ataques de los partidos independentistas y de sus agitadores de cabecera en la calle, los vergonzosos CDR.

Contra el "Régimen del 78"

Y a ese fenómeno hay que añadirle el constante cerco del principal socio del Gobierno socialista, Podemos, que se suma al soberanismo en la presión a la Corona y habla abiertamente de "romper la Monarquía" como forma de rematar la demolición del "Régimen del 78".

Decir hoy "Viva el Rey" es, por ello, un canto democrático antes que una exhibición de valores monárquico

Si todo ello es grave, mucho más lo es la actitud del PSOE sanchista, que por un lado esparce en el libro autobiográfico del presidente su supuesta afinidad con don Felipe pero por otro, y es lo decisivo, alimenta la especie de una reforma constitucional y desprotege al Jefe del Estado hasta el punto de tolerar que no pueda celebrar en su sede natural la gala anual de los premios de la Fundación Princesa de Girona.

No se ataca al Rey por el carácter hereditario de la institución ni para defender un sistema de República alternativo, más guerracivilista que francés por cierto, sino para derribar el último obstáculo de la España democrática nacida en 1978 y tratar de imponer dos ideas ajenas al sentir mayoritario: la independencia de Cataluña, en el caso del nacionalismo, y el "periodo constituyente", en el del populismo.

Viva España

Defender al Rey, por ello, no es un acto de devoción monárquica, sino una demostración de civismo constitucional y de protección de la misma democracia, asaltada por esa mezcla de demagogos y supremacistas que han sostenido al Gobierno vigente y lo volverán a hacer, a un precio inasumible, si Sánchez depende de ello para permanecer en La Moncloa.

Decir hoy "Viva el Rey" es, por ello, un canto democrático antes que una exhibición de valores monárquicos, y eso explica que la defensa de la Corona tenga en personajes como Felipe González, republicano de corazón, encendidos portavoces.