| 19 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Iglesias, junto a su tuit falso y la ley que desmonta su mentira
Iglesias, junto a su tuit falso y la ley que desmonta su mentira
Exclusiva

La prueba de que Pablo Iglesias mintió y se saltó la cuarentena con temeridad

El líder de Podemos falseó la realidad al saltarse la cuarentena por indicación de Pedro Sánchez. Acudió para generar un conflicto y pudo quedarse en casa: ésta es la prueba.

| J.R. España

A Pablo Iglesias le quedaban catorce días de cuarentena, según él mismo explicó en su perfil de Twitter, cuando decidió saltársela contraviniendo todas las instrucciones médicas y poniendo en riesgo a todo el Consejo de Ministros, ya afectado por dos bajas y afectado por la de Begoña Gómez, esposa del presidente también infectada.

Y lo hizo, según su propia revelación, a petición del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que apeló, en su extraña rueda de prensa posterior a la aprobación con siete horas de retraso del estado de alarma, a la inexistencia del virus en el organismo de su vicepresidente pese a convivir con una enferma, Irene Monero.

Todo ello es mentira y la ley desmonta el irresponsable comportamiento de ambos dirigentes y la falacia argumental con la que intentaron esconder la realidad de los hechos: Iglesias acudió aunque pudo participar telemáticamente y lo hizo, además, para librar una batalla política mientras todo el país aguardó durante medio día a que explicar el estado de alerta anunciado pero no aprobado 24 horas antes. Día y medio en vilo, sin ninguna explicación.

La prueba de todo ello, anticipada por Antonio Martín Beaumont, director de ESdiario, en su perfil en Twitter, la ofrece la propia Ley 50/1997 del 27 de noviembre, en su disposición adicional tercera:

 

 

"En situaciones excepcionales, y cuando la naturaleza de la crisis lo exija, el Presidente del Gobierno podrá decidir motivadamente que el Consejo de Ministros, las Comisiones Delegadas del Gobierno y la Comisión General de Secretarios de Estado y Subsecretarios puedan celebrar sesiones, adoptar acuerdos y aprobar actas a distancia por medios electrónicos", afirma la legislación.

 

Y añade para concretar casos en el que encaja Iglesias: "Siempre que los miembros participantes se encuentren en territorio español y quede acreditada su identidad. Asimismo, se deberá asegurar la comunicación entre ellos en tiempo real durante la sesión, disponiéndose los medios necesarios para garantizar el carácter secreto o reservado de sus deliberaciones".

Aún más, insiste en definir los procedimientos para aplicar esa normativa a distancia, que en realidad el propio Sánchez e Iglesias ya utilizaron el pasado viernes, con el primero en Moncloa y el segundo en su casa de Galapagar: "A estos efectos, se consideran medios electrónicos válidos las audioconferencias y videoconferencias".

 

 

Lejos de aplicarse lo que en la víspera habían utilizado ambos, la presencia física de Iglesias supuso un terremoto político frente al que Sánchez no supo oponerse, tal y como quedó reflejado en el insólito retraso en su comparecencia pública: estaba anunciada a las 14h, pero no se produjo hasta las 21h, con todo el país esperando recluido ya en sus casas.

Iglesias, según publicó este diario en tiempo real en la tarde del sábado, se opuso frontalmente al plan de Sánchez y exigió, con una gran tensión de todo el Gabinete, medidas económicas más contundentes y cercanas incluso a la "expropiación" siquiera temporal de empresas clave del sector energético y de servicios.

 

Con rumores incluso de ruptura de la coalición y de cese de todos los ministros de Podemos, Sánchez terminó compareciendo ya de noche para anunciar solo las medidas sanitarias del decreto de alarma, posponiendo para el próximo martes la presentación de la batería de decisiones económicas para intentar paliar los estragos del coronavirus y el cierre en masa de empresas y comercios.

Lo más sorprendente del episodio de Iglesias fue que, lejos de destacar la inconveniencia médica de su presencia física, RTVE salió en su rescate e incluso llegó a afirmar, con una falsedad ruidosa, que se había personado con una mascarilla en La Moncloa, algo que sus propias imágenes desmontaban al mostrarle a cara descubierta a la izquierda de Sánchez, secundado al otro lado por Carmen Calvo.