Las críticas a los "terraplanistas antimascarilla" resucitan la polémica que más ha querido esconder el Gobierno y en especial la ministra de Podemos.
Se nota que el verano y las vacaciones terminan, si acaso comenzaron para alguien alguna vez más allá del Gobierno, y las polémicas vuelven al primer plano. La manifestación negacionista del domingo en Madrid, con cientos de personas espoleadas entre otros por Miguel Bosé, ha hecho estallar las costuras de siempre.
De un lado, los que se quitan mascarillas y detectan conspiraciones internacionales de poderes ocultos para dominar el mundo. Y de otro, los que aprovechan el espectáculo de los "terraplanistas" del Covid para echarles la culpa de todo y auxiliar con ello al Gobierno.
Es la guerra entre los #subrnormales y el #8M, las dos etiquetas del día en Twitter, reflejo de dos posiciones extremas que, en realidad, no representan a casi nadie pero hacen mucho ruido. Pero que estimulan, excesos aparte, dos lecturas más profundas de la situación: la de quienes defienden que toda prevención es poca, con razón. Y la de quienes les recuerdan que solo son precavidos cuando los "malos" son los otros.
Decirle a los más de 50.000 sanitarios que se han contagiado por salvarnos la vida, incluida la vuestra, que el Coronavirus no existe, panda de anormales, empezando por Miguel Bosé y terminando por todos los Cayetanos. #Madrid16A #subnormales
— Obsoleto (@Obsoleto8) August 17, 2020
Colón #conspiranoicosespv pic.twitter.com/dqpp4aM0gk
No le falta razón al tutitero, más allá de las descalificaciones, para lamentar que los conspiranoicos del Covid pueden generar problemas sanitarios que luego se comen los sanitarios. Pero no les falta razón, sino todo lo contrario, a quienes responden recordando las contradicciones flagrantes entre sus críticas de ahora y sus silencios de no hace tanto:
Hay gente que sigue sosteniendo que el 8M no influyó en el aumento de casos diciendo ahora que la #Madrid16A es un peligro para la salud pública.
— Diego de Schouwer (@ddeschouw) August 16, 2020
Tapaos un poco, por Dios.
El caso es que el 8M de Irene Montero se ha puesto de nuevo de actualidad, si acaso la perdió en algún momento, con decenas de miles de tuits y siendo TT del momento, lo que refleja la existencia de una duda razonable pendiente sobre cómo aquella jornada contribuyó decisivamente a extender un contagio masivo que aún pagamos: por las manifestaciones en sí, claro; pero también por todo lo que además se permitió para no tener que anular el alarde feminista del Gobierno.
Y hablando de Gobierno, a su Delegado en Madrid le caen de todos los colores, y en todos casos con razón: resulta sorprendente que no hiciera nada ante la manifestación sin mascarillas de Colón; como sorprendente fue que aquel 8M también mirara para otro lado sabiendo Sanidad lo que sabía ya, por mucho que ahora todo parezca un accidente. Los palos, pues, más que justificados:
Ya de paso avisar a la Delegación del Gobierno de Valencia pic.twitter.com/EffA3ebz8m
— Publio C. Escipión (@c_escipion) August 16, 2020
La retranca del último tutitero no le quita razón a la reacción de la Delegación contra los negacionistas, pero la enmarca a la perfección: aquí ir sin mascarilla o en multitud es malo sin son "cayetanos" pero no pasa nada si los gritos los da Irene Monteros o el que posa desprotegido es el ministro Pedro Duque.