| 19 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Salvador Illa
Salvador Illa

Sánchez promociona al peor ministro de Sanidad de Europa en lugar de destituirlo

Salvador Illa debería cesar por su desastroso balance y someterse a una investigación parlamentaria y tal vez judicial. En su lugar, le ascienden en un asunto clave para España.

| ESdiario Editorial

 

La designación de Salvador Illa como candidato del PSOE-PSC a la presidencia de la Generalitat, solo 24 horas después de que él mismo lo negara con vehemencia, dice muchas cosas y ninguna buena de las prioridades y objetivos del promotor de la operación, Pedro Sánchez.

Para empezar, es el ministro de Sanidad responsable de la gestión de una pandemia que está lejos de remitir y se aboca a una tercera oleada con la sociedad agotada, los sanitarios extenuados y el país en general en estado comatoso. En esa situación, o bien su continuidad es imprescindible o, si no lo es por su evidente fracaso, ha de ser relevado.

Que no se haga ni lo uno ni lo otro y, en su lugar, se le promociones, es simplemente inaceptable: si Sánchez cree que es el mejor, aunque el desastroso balance sanitario lleno de errores y negligencias diga lo contrario, ¿cómo le retira del Ministerio en un momento tan delicado?

Y si, por contra, en su fuero interno asume la obviedad de que Illa ha sido la cara de una gestión deplorable, saldada con una de las peores estadísticas mundiales de mortalidad y el mayor hundimiento económico de Europa, ¿cómo se le premia con un ascenso en un ámbito político y electoral decisivo para la estabilidad de España?

O Illa debería seguir en Sanidad en plena pandemia, o debería ser sustituido e investigado por su deplorable gestión

En la promoción de Illa se resumen todas las miserias de Sánchez, que hasta en un contexto tan adverso prescinde de toda lectura razonable de los hechos y opta por aquello que beneficia en exclusiva a su hoja de ruta. Que en este caso es evidente: reforzar sus lazos con ERC, devolviéndole en Barcelona el favor que él ha recibido en Madrid para tejer una alianza duradera de ambos partidos.

Enviar a Cataluña a un ministro desastroso pero clave en los acuerdos entre el PSOE y ERC, que ahora se esconderán por ambas partes hasta el día de la votación, confirma el plan de Moncloa, encabezado por un presidente inestable capaz de defender primero el 155 y el endurecimiento del delito de rebelión y, a los pocos días, los pactos y los indultos con delincuentes condenados.

En un país más libre, un ministro de Sanidad estaría destituido, sometido a una Comisión de Investigación y quizá a un juicio en los tribunales. En esta España, se le auspicia como adalid de una nefanda entente con partidos políticos y dirigentes que dedican todas sus energías a destruir el espacio de convivencia creado, con un gran esfuerzo colectivo, en 1978.