| 16 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Sánchez durante su comparecencia de este domingo.
Sánchez durante su comparecencia de este domingo.

España Frankenstein

Sánchez e Iglesias están creando una España a su imagen y semejanza. Ellos tienen es una coalición pegada con cinta aislante. Y esa misma cinta nos la están pasando de Canarias a Galicia.

| Liusivaya Opinión

 

Al igual que hay personas y personas, hay gobiernos y gobiernos: unos con más pasión por la ideología -otros con más sentido de Estado, unos con menos ganas de abandonar el sentido común -otros con menos sentido del ridículo. Y aquí es donde empieza lo trascendental y a la vez lo obvio de todo este asunto: al igual que nosotros al instalarnos en una casa nueva tratamos de hacerla a nuestra imagen y semejanza, el gobierno de turno suele hacer lo propio con el país que le toque gestionar.

¿Dónde está entonces el problema? Todo muy lógico: rara vez nos toca un político de vocación capaz de gobernar como se necesite. Lo común suele ser o bien gobernar como se es, o bien como se puede.

¿Acaso alguien esperaba que Pedro Sánchez al llegar a la Moncloa de repente se descubriera sentido de Estado?

Difícilmente. Porque es bien sabido que Pedro Sánchez gobierna como es o más bien como le deja ser su vicepresidente segundo. Que no es el presidente primero porque el tren aún no ha pasado por Galapagar.

Lo trágico y preocupante de todo esto es el hecho de cómo los estimados señores, al instalársenos en el Gobierno del país, están creando una España a su imagen y semejanza. Ellos lo que tienen es una coalición pegada con cinta aislante. Y esa misma cinta nos la están pasando de Canarias a Galicia para rematar con ello la España que pretenden dejarnos como herencia.

Una España donde ya no hay unidad ni contra el terrorismo de ETA. Porque si en el Gobierno no hay unidad (véase los enfrentamientos constantes entre Pablo Iglesias y Margarita Robles o Nadia Calviño), tampoco la habrá en el país.

Una España donde una Ley Educativa, supuestamente de todos y para todos, se aprueba por los pelos con 177 síes y pone en peligro un concepto tan aceptado y respetado por todos como la meritocracia. Porque si el presidente del Gobierno coloca a su mejor amigo, Ignacio Carnicero, de director general de Agenda Urbana, a su mujer (la de Ignacio), Lorena del Río, de directora Gestión Inmobiliaria dela Sociedad Mercantil Estatal de Gestión Inmobiliaria de Patrimonio (SEGIPSA) y a su propia mujer, Begoña Gómez, la obsequia con una cátedra en la Complutense, ¿qué meritocracia va a querer para España?

Estamos, por lo tanto, presenciando durante el transcurso de esta nueva normalidad el nacimiento de una Nueva España: la España Frankenstein. Un país a base de celo y masilla vieja que por no tener ya no tiene ni lengua vehicular.