| 24 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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Los campesinos rusos querían ser libres

El comunismo ha dejado millones de muertos, hambre, represión y guerra. Pero no se le suele incluir en el mismo epígrafe que al fascismo. Una campaña aspira a que eso cambie pronto.

| Samuel Vazquez Opinión

 

 

La libertad llegó de la mano de la propiedad privada, pese a quien pese. Por esta razón, defender esta última es defender la esencia misma de lo que nos hizo libres.

No existe libertad sin propiedad privada, por eso en Cuba nadie es libre, todos son esclavos, a excepción de los amos que dirigen el estado y te dicen qué hay hoy para comer, cómo debes pensar y qué periódico puedes leer. 

Durante siglos y antes de la industrialización casi el 90% de los habitantes del planeta vivían de lo que daba la tierra, así que esa tierra era una propiedad preciada que normalmente pertenecía a una minoría, ya fueran reyes, zares, condes o tiranos de cualquier condición. La tierra era suya, y el resto trabajaba para ellos, eran sus siervos. 

Fue precisamente en España donde escolásticos como Mariana comenzaron a hablar de poder limitado del Rey y de poder otorgado por el pueblo. Cárcel le costó tal osadía con más de 70 años. Tenemos pues la suerte de contar entre los nuestros a los pioneros de los pioneros, las personas en quienes se inspiraron Jefferson o Locke para alumbrar las primeras democracias liberales. 

El Club de los Viernes ha iniciado una campaña para que la Real Academia incluya al comunismo en los totalitarismos

En la Rusia de los zares, los campesinos llevaban siglos siendo siervos de lo señores, casi esclavos, hasta que el Zar  Alejandro II terminó con la servidumbre en 1861. 

Este mandato imperial abría un camino lento pero inexorable hacia la libertad para la gente del campo. Las tierras seguían en posesión de los grandes terratenientes, pero con esfuerzo, algunos campesinos empezaron a comprar su porción de libertad para ser dueños de su propio destino.

Ese sueño de libertad se vio cercenado de cuajo con la llegada de la dictadura comunista que devolvió a los labriegos a su pasado de semiesclavitud. 

Fue Lenin el primero en ir al campo a pedir a los trabajadores que cedieran sus tierras al estado, “para beneficio de todos”, se suponía. Pero los campesinos llevaban demasiado tiempo sirviendo a los zares y no estaban dispuestos a que un cambio de régimen fuera sólo un cambio de dueño.

Como quiera que la checa (la policía comunista heredera directa de la Ojrana, policía zarista) todavía no estuviera plenamente formada, Lenin acepto el no de la gente del campo a regañadientes, ya habría tiempo de hacerles recapacitar. 

Stalin y su esclavitud

Muerto Lenin y ya con una poderosa y despiadada checa formada, fue Stalin quién se acercó al campo, pero no a preguntar, sino a comunicar que todas las tierras volvían a cambiar de dueño, ahora pertenecían al estado. Los campesinos otra vez esclavos

 

 

Los mismos hombres del campo que habían sido proclives a la revolución se dieron cuenta en seguida que habían sido engañados, y a partir de ese momento pasaron a confrontar tanto al ejercito blanco prozarista que lucharía contra los bolcheviques en la guerra civil, como al ejército rojo que los quería otra vez siervos. 

La  Rebelión de Kronstadt fue una las muchas donde soldados comunistas desencantados con la deriva del régimen apoyaron con un alzamiento las reivindicaciones de los campesinos donde se pedía explícitamente libertad para trabajar la tierra y el derecho a tener la propiedad privada de esta y el ganado. Acabó, como casi todas, aplastada salvajemente por los bolcheviques. 

Es increíble que un régimen que ha provocado tantos muertos y represión goce de buena prensa

El comunismo no fue más que un intercambio sangriento de una dictadura hereditaria por rama familiar a otra dictadura hereditaria por rama política. La única diferencia es que la represión y el número de muertos por el hambre que provocó el régimen fue infinitamente superior en los 74 años de gobierno rojo que en los 196 años de imperio zarista. 

Resulta increíble cómo un sistema político que siempre se mantiene por la fuerza en forma de dictadura militar, que ha matado de hambre y represión más que cualquier otro régimen político en la historia, que defiende los  mismos parámetros estratégicos que el fascismo: autarquía, aislamiento exterior, anticapitalismo, antiliberalismo, grandes nacionalizaciones, colectivismo, dirigismo desde un poder político central y anulación de la libertad individual para pasar a un borreguísimo colectivo que convierte a las personas en rebaño dirigido por unos líderes cercanos a la divinidad que saben lo que conviene al pueblo mejor que el propio pueblo; goce de tan buena prensa

Quizá la razón haya que buscarla en la Segunda Guerra Mundial, donde el fascismo fue derrotado pero el comunismo supo arreglárselas para pactar con las potencias occidentales, repartirse el viejo continente con muro incluido de por medio y sobrevivir para extender su propaganda. 

Para la RAE

El Club de los Viernes ha comenzado una campaña para solicitar a la RAE que incluya el término totalitario en la definición de comunismo. Yo como miembro del citado club me adhiero a ella. 

Los jóvenes deben tener claro que nunca más se deben volver a repetir los odios, el daño y la muerte que causaron regímenes no democráticos como el fascismo, el comunismo o el imperio de los zares. La  democracia liberal es la respuesta, y la palabra libertad, la solución a casi todos los problemas.