| 23 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Urbanismo táctico y otros neologismos

El ingeniero Ribó, ha perpetrado la chapuza revestido de una insólita autoridad moral basada en un sofisma que por su vulgaridad denota tanta torpeza como cinismo.

Con la banalidad y el dogmatismo que caracteriza buena parte de la política que en la actualidad rige nuestra vida ordinaria, el alcalde de Valencia, el ingeniero Joan Ribó, ha espetado “a la gente que no le gusta la peatonalización, tampoco le gusta eso”. Tal vez en lo de “eso” le ha traicionado el subconsciente. Porque “eso”, señor alcalde, supongo que debe ser el resultado provisional de la intervención sin precedentes -y sin fundamento- en la Plaza del Cap y casal. (Otra forma de llamar a
Valencia, como explicaba en su día Valencia Secreta).

El consciente, sin embargo, no parece haberle traicionado. Por el contrario, el ingeniero Ribó, ha perpetrado la chapuza revestido de una insólita autoridad moral basada en un sofisma que por su vulgaridad denota tanta torpeza como cinismo. No, no es cuestión de gustos.

Permítaseme una autocita: “Inimaginable atravesar la Plaza Mayor de cualquiera de tantas ciudades españolas conduciendo un automóvil. Apenas llegaron a hacerlo en plena euforia del progreso motorizado. Niños, palomas y terrazas las ocupan a la espera del concierto, del teatro o del guiñol, de la proclamación o la fiesta que marcan hitos y congregan masas …” Ya comprenderán que hablar de masas, fiestas y terrazas no es de esta época aciaga. Lo escribí para ESdiario, y a propósito de
la plaza del Ayuntamiento allá por el pasado septiembre.

Los que somos partidarios de la ciudad segura y saludable, de la ciudad inclusiva, de la ciudad amable y hermosa, (de la ciudad cabeza y casa) lo somos también de aumentar su calidad ambiental y de una racionalización del transporte colectivo (público y privado) que naturalmente significa reducción del tráfico rodado y aumento del espacio para los peatones. No es cuestión de palabras huecas, sino de hechos. De hechos que debieran resultar razonables y razonados, ajustados al sentido común y, por supuesto, a la legalidad.

Es tiempo de neologismos engañosos que, persiguiéndolo o no, confunden al personal. Doblegar la curva, alcanzar el pico, confinar, desescalar, la nueva normalidad … toda una batería de términos sofisticados incapaces de opacar la realidad y mucho menos de modificarla.

Poco sabemos de una estrategia urbana que ya dura cuatro años y que ha encontrado en el Estado de Alarma el momento de lo que se ha llamado “recuperación”. ¿Urbanismo táctico o urbanismo oportunista?

El “urbanismo táctico” es uno de ellos en este campo más disciplinar de la gobernanza del territorio. Nacido de un comprensible rechazo a un “planeamiento” convencional que suele establecer plazos interminables entre su inicio y su aprobación definitiva, en los que a menudo discurren años, quinquenios y hasta decenios entre la información pública de lo planificado y su ejecución final, experimentado académica y prácticamente con la figura menor e imprecisa del “proyecto urbano”, ensayado en circunstancias singulares con un cierto activismo práctico por la arquitecta española Belinda Tato y Ecosistema Urbano, o definido como el activismo teórico que promulga Justin McGuirk en su obra “radical cities”.

Para la geógrafa de la Universitat de Lleida Carmen Bellet o para la profesora colombiana Hernández-Araque, máster en urbanismo por la UPC, tiene que ver con la activación de solares urbanos o con la participación ciudadana activa y reglada.

El manual que el general prusiano Carl von Clausewitz escribió tras las guerras napoleónicas entre 1816 y 1825, con el indubitado titulo “De la guerra”, es frecuente en bibliotecas de urbanistas que distinguen entre estrategia y táctica, entendiendo la diferencia ontológica que separa ambos conceptos y su dependencia jerárquica.

Más allá de conocer que noviembre de 2015 se cita como enigmático inicio de toda esta operación bautizada como “plaça per vianants”, que dos años más tarde se anuncia una peatonalización parcial y comienzan los presupuestos participativos para “peatonalizar Plaza del Ayuntamiento para siempre” (sic), poco sabemos de una estrategia urbana que ya dura cuatro años y que ha encontrado en el Estado de Alarma el momento de lo que se ha llamado “recuperación”.
¿Urbanismo táctico o urbanismo oportunista?

Me tranquiliza oír del primer edil que la autoría es de “profesionales del diseño”. Tal vez desaconsejen añadir mercadillos y otras filigranas de dudoso gusto como las que ya hemos soportado en ocasiones. Tal vez recapaciten sobre el procedimiento y el resultado “táctico”. Tal vez respeten más la ciudad y su paisaje urbano. Tal vez cabe la discusión ordenada, el consenso con vecinos y comerciantes.

Tal vez corrijan la chapuza.

 

José María Lozano Velasco es catedrático de proyectos arquitectónicos de la UPV