| 27 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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La ciudad no es para mí. La madre de todos los gestos

Me he entretenido en organizar un listado de los gestos más llamativos gubernamentales. Por cada uno contabilizo dos errores o más, por cada bravata un par de equivocaciones.

| JM Felix Edición Valencia

La historia ha demostrado que la política de gestos no ha llegado nunca más allá de resultar un lenitivo provisional e ineficaz como tratamiento de fondo. Obras son amores y no buenas razones, reza el dicho popular.

Me he entretenido en organizar un listado de los gestos más llamativos gubernamentales desde la llegada de Sánchez y, en paralelo, el de las acciones/rectificaciones. Sin incluir en los primeros abusos aéreos, desplantes y equivocaciones parlamentarias. Ni en las segundas declaraciones etéreas, falsas promesas o mentiras.

La comparación es desoladora. Por cada gesto contabilizo dos errores o más, por cada bravata un par de equivocaciones.

La celebración del Consejo de Ministros en Sevilla fue un gesto baldío, probablemente inspirado como estímulo para sus votantes autonómicos. A la vista está el resultado real en los pasados comicios.

Ignoro cuándo y a quién se le ocurrió un nuevo Consejo itinerante. Esta vez en el ojo del huracán. Sin darle más importancia lo registré en el inventario de concesiones inútiles al separatismo y a cuenta del alquiler de Moncloa a un casero insatisfecho con la mensualidad acordada. (O exigente con la letra menuda –y desconocida- del contrato).

A fecha de hoy, una semana antes de la víspera del sorteo de la lotería de Navidad, la suerte efectiva de este nuevo gesto está echada. Dicen irónicamente las redes sociales –de la derecha, muy activa recientemente- que en Cataluña acabará cayendo el 155. Me preocupa más lo que pueda caer el 21 (21D será llamado).

Por el momento, a una buena cantidad de Guardias Civiles y Policía Nacional les ha caído una suspensión de permiso navideño. Toma gesto. Y a los mossos un calvario impropio de estas fiestas.

La arrogancia de Torra traspasa la frontera gestual y se instala en violencia verbal cuando llama a sus cachorros a apretar y cuando cita sin empacho Eslovenia. Sabedor como es de la reacción del otro. Esa amalgama de chulería de barrio rico amasando el mantra del diálogo (de besugos).

Cumbre de presidentes, gobiernos iguales, orden del día sin límites, son las exigencias –más aún que condiciones- que el independentista quiere imponer. Mientras los denominados CDR se organizan con tácticas de guerrilla urbana sin disimulo alguno.

Menudo panorama les espera. Ni la vicepresidenta Calvo, tan deslenguada, será capaz de justificarlo. Porque, en el mejor de los casos –el deseable- si se controla a los violentos, si los comerciantes no salen muy perjudicados, si los barceloneses pueden disfrutar de un día casi normal, será puro gesto.

Pero por su repercusión efectiva esta vez, por la cantidad de gente afectada por la ocurrencia, por el gasto y por el desgaste, la madre de todos gestos.