| 20 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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El viaje de los Ceaucescu a Valencia

El presidente rumano y su esposa pasaron el 23 de mayo de 1979 en Valencia en el marco de una visita de 5 días a España. Les pasó (casi) de todo

| Juanjo Crespo * Edición Valencia

Eran las diez menos diez de la mañana cuando el avión presidencial de Nicolae Ceaucescu procedente de Barajas aterrizaba en Manises. El viaje ya comenzó mal en el aeropuerto debido a varios problemas técnicos causados por los equipos telefónicos de la comitiva, y es que la seguridad del presidente no se fiaba de los teléfonos de nadie y viajaban siempre con sus propias centrales.
Pero ahí no acabaron las “anécdotas” en el aeropuerto. Cuando fue recibido por las máximas autoridades -incluido el archi anti comunista general jefe de la Región Militar de Levante Jaime Milans del Bosch- la banda tocó el himno de la Rumanía monárquica. Empezaba bien el día....
El matrimonio Ceaucescu -después del disgusto del himno- se desplazó en coche hasta el Ayuntamiento de Valencia, donde el alcalde socialista Martínez Castellanos les entregó las llaves de oro de la ciudad. Eso salió bien, pero la tranquilidad duró poco.
En la casa consistorial se vivió una pequeña crisis diplomática. El alcalde había previsto que, mientras estuviera reunido con el presidente rumano -una horita o así-, su mujer se fuera de compras por el centro.
Lo que pasa es que Elena -que así se llamaba- quería ir a la playa y hubo que explicarle que no daba tiempo, que la costa estaba a varios kilómetros. Al final se conformó, pero ya la señora estuvo con el gesto torcido todo el día.
Después de la reunión, y en un helicóptero, se fueron a la fábrica de vaqueros de Lois, en Cheste, donde se le preparó un ágape a base de productos valencianos donde la “estrella” era el zumo de naranja.


El problema es que Ceaucescu no probaba nada que no hubiera catado antes su servicio de seguridad, así que se negó a beber el zumo y uno de sus escoltas sacó de la mochila una limonada embotellada. Conocían bien a su jefe y siempre iban provistos de refrescos. Ahí se quedó el zumo perdiendo vitaminas.
Los directivos de Lois le obsequiaron con un pantalón a escala hecho de plata de ley. Eso ya le gustó más a la señora Ceaucescu, amante -como es sabido- de cualquier metal precioso.
Y de Cheste volando hasta los Altos Hornos de Sagunto, donde los obreros le aclamaron como una especie de mesías del proletariado. Allí, las autoridades españolas cancelaron el “vino español” preparado y se decidió trasladar el picoteo al Restaurante Monte Picayo, eso sí, todo a base de productos sin abrir y cocinados en presencia del servicio secreto del presidente.
Así se hizo. La idea era buena, pero había un problema. Además del temor a ser intoxicado con la comida, Ceaucescu tenía pánico a que lo asfixiaran con algún tipo de veneno lanzado por el aparato de aire acondicionado.
Ya os podéis imaginar lo que pasó. No se encendió el aire para refrigerar el salón donde estaba la comitiva, que comía y fumaba sin parar, así que acabaron todos con la camisa chorreando de sudor, e incluso con algún mareo entre el séquito presidencial.
Y de Monte Picayo a Manises -otra vez- para volar hacia Madrid.

Unos teléfonos que casi colapsan el aeropuerto, un himno “derogado” que suena en la tribuna, una llave de oro y unos pantalones de plata


Recapitulemos. Unos teléfonos que casi colapsan el aeropuerto, un himno “derogado” que suena en la tribuna, una llave de oro y unos pantalones de plata, una mujer cabreada a la que no le dejan bañarse, un vaso de zumo sin tomar y una camisa empapada en sudor.
Pobre matrimonio Ceaucescu, aunque tuvieron días peores, como el de las navidades de 1989. Ese 25 de diciembre, Nicolae Ceaucescu y su esposa Elena caían fusilados en una tapia tras un juicio sumarísimo retransmitido en directo a todo el país.
Al final no murió ni envenenado por la comida ni asfixiado por una máquina de aire acondicionado. Fue “ajusticiado” - diez años después de su visita a Valencia- por su propio ejército que se levantó en armas contra el matrimonio que lideró los designios de Rumanía durante 24 años.
Lástima de zumo que no probó.

*Experto en Seguridad y Geoestrategia.