| 23 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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¡Bravo!, ¡Bravo!, ¡Bravo!

Si además queda algo de prensa libre, sufriréis la pena de titular, procesos judiciales medievales en los que no se respetará vuestra presunción de inocencia y vuestra vida quedará arruinada

| Enrique Martín Edición Alicante

Esta semana, en las Cortes valencianas, la consellera de Justicia, Interior y Administración Pública, Gabriela Bravo, tuvo que rendir cuentas de los errores de gestión de su gobierno y, en particular, de los que atañen a su dirección personal: los hospitales de campaña casi intactos y sin retretes, tramitados mediante expedientes de contratación por emergencia, de legalidad dudosa, y adjudicados a una empresa que parece creada ad hoc, con un capital mínimo y sin experiencia
aparente. Como dijo el popular Pepe Císcar, lo que en la IFEMA madrileña tardó días, aquí ha costado meses y se ha convertido en un fiasco, que refleja muy bien el fracaso de este Gobierno y de su Presidente, Chimo Puig.

La intensidad del debate pone fin al sofisma del “oasis valenciano”, con el que la izquierda pretendía acoquinar a la oposición, bajo la atronadora descarga de fusilería de la prensa del régimen. Bravo se defendió con meras bravatas - desmereció mucho su apellido- ante el implacable alegato del diputado Císcar, echando balones al pasado del PP. Como si Caín y Abel o la destrucción de Babilonia pudieran justificar su increíble ineptitud o camuflar el olor de cuerpo
moral insepulto que destilan los contratos del Consell.

Pero el tipo que atizaba a la Consellera tiene espolones: se comió, con su presidente Fabra, el default de la Comunidad Valenciana. Tomaron decisiones duras - algunas, para el que escribe, durísimas-, para rebañar hasta el último euro y destinarlo a paliar los efectos de la gran tragedia social que nubló el sol durante una década. De todo ello, salieron limpios, sin reproche. Ese PP hizo el trabajo más desagradecido y recibió, a cambio, la mayor de las ingratitudes. Está por ver si estos progres del Botánico tienen la dignidad de cerrar el bodrio de À Punt, que es un roto en el bolsillo presupuestario de la Generalitat, o de cortarle el grifo a la CEV paniaguada y a los sindicatos sin clase, para concentrar todos los recursos públicos en la lucha contra la pandemia sanitaria y económica.

Los nervios de la Consellera están justificados, precisamente porque es jurista. Inevitablemente, este Consell pasará por capilla: ante los tribunales de justicia. Sentiréis el inmenso oprobio y la vergüenza de las miradas de reojo, furtivas, cargadas de reproches, de vuestros vecinos. Veréis como se cambian de acera los que antes os adulaban. Tal vez, entonces, sintáis conmiseración de Paco Camps, al que hicisteis la vida imposible, por sólo tres trajes y sin ningún muerto. Y si además queda algo de prensa libre, sufriréis la pena de titular, procesos judiciales medievales en los que no se respetará vuestra presunción de inocencia y vuestra vida quedará arruinada. Lo mismo que les hicisteis a los otros.

PD: El bofetón que el Gobierno ha dado a Chimo Puig, al negar a las tres capitales de la CV la entrada en la fase 1 de desconfinamiento, confirma la gran patraña que nos vendieron, con la ayuda de tontos útiles como Salvador Navarro, sobre la redención definitiva que obtendrían los valencianos con Pedro Sánchez. Estamos esperando que el interfecto saque de nuevo la pancarta.