| 25 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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Sánchez e Iglesias.
Sánchez e Iglesias.

Sánchez traza un plan para ganarse a Podemos y anotarse el tanto ante el Rey

Resquebrajada la granítica unidad de la formación de los círculos, el socialista ha pasado página de la "cal viva" para dejar abierta la puerta a entregar una vicepresidencia a Iglesias.

| Antonio Martín Beaumont Opinión

"Esperad y veréis. Pablo Iglesias acabará por dar su brazo a torcer". Ese mensaje salió de las plantas nobles de la sede de Ferraz horas antes de la no-investidura de Pedro Sánchez. Y sigue expresándose a día de hoy en los mismos términos. Los cálculos de la cúpula del PSOE pasan por beneficiarse de las grietas internas de Podemos para intentar forzar el voto de sus diputados. Los dirigentes socialistas más próximos al líder centran su mirada en la división del propio núcleo del partido morado y encuentran mayor sintonía en Íñigo Errejón y Carolina Bescansa que en el propio Iglesias.

Un VIP con despacho en Ferraz me hacía incluso notar el detalle de que Bescansa había abandonado la primera fila de la bancada del Congreso junto a su líder para ocupar un escaño menos lucido. A ello se suma el enfado de parte del propio grupo parlamentario de Podemos por la abierta hostilidad de Pablo Iglesias hacia el PSOE y la dependencia del apoyo socialista para seguir gobernando en alcaldías como Madrid o Barcelona.  

César Luena y Antonio Hernando han trasladado a Sánchez su convencimiento de que la estrategia de avanzar, antes de la investidura, en los contactos con Compromís y otras confluencias, o con IU, al margen del meollo dirigente de Podemos, ha surtido el efecto deseado. Fueron cerca de veinte reuniones en las semanas posteriores a recibir Pedro Sánchez el encargo del Rey Don Felipe VI. De forma bien discreta, la mayoría de estas citas se celebraron entre bambalinas en la primera planta del número 40 de la Carrera de San Jerónimo, donde tiene sus dependencias el Grupo Socialista.

Los socialistas pretenden mantener la presión sobre Podemos, y aumentarla incluso

Una vez resquebrajada la granítica unidad de la formación de los círculos (por más que desde Podemos se desee minimizar las diferencias), Pedro Sánchez ha pasado página de las heridas abiertas por la amarga bronca sobre Felipe González y la "cal viva", para dejar abierta la puerta a entregar una vicepresidencia a Iglesias en un hipotético Gobierno. El guión socialista consiste en mantener la presión sobre Podemos: "Hay que culparles de ser un obstáculo para el cambio, atornillarlos en una mesa de negociación y conseguir, si no su voto favorable, al menos la abstención, para que Pedro vuelva a solicitar al Rey que le designe para una segunda investidura", afirma la misma fuente del PSOE descorriendo la cortina que resguarda sus intenciones.

¿Será sólo un sueño? Ya que, como decía otro Pedro, en este caso Pedro Calderón de la Barca, "y los sueños, sueños son". Sobre todo teniendo en cuenta que otros vaticinios de Sánchez se han ido estrellando contra la realidad política, por más trampas que se haya hecho en el solitario. Porque, aunque aritméticamente sería posible llegar a un cierto pacto con Pablo Iglesias, Alberto Garzón, Joan Baldoví y otros más similares, además de con nacionalistas vascos e independentistas catalanes, el tsunami que despertaría en el seno del propio PSOE tal tutti frutti acabaría con las señas de identidad del partido.

Basta con poner el oído en las baronías socialistas, aunque hoy están parcialmente desactivadas ante la dramaturgia de su secretario general, para darse cuenta del enorme recelo con que ven un pacto con Podemos: más que como una fuerza de izquierda se  la contempla como un partido populista, extremista, que busca su momento para matar al socialismo. Aunque hasta un líder histórico tan significativo como el propio Felipe González, que sus cercanos apuntan que "está, preocupado, sin quitar ojo a lo que está ocurriendo", disimula y deja hacer. Y es que la unidad interna del PSOE es demasiado frágil en estos momentos para toparse con un Pedro Sánchez que "quiere ser presidente como sea".