| 20 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Imagen de Íñigo Méndez de Vigo.
Imagen de Íñigo Méndez de Vigo.

El PP culpa a Méndez de Vigo de dar nuevas bazas a Albert Rivera

Un ministro y portavoz en la encrucijada o totalmente achicharrado políticamente. Él mismo ha puesto en evidencia un nulo margen de maniobra cuyo efecto puede ser demoledor.

| Ricardo Rodríguez Opinión

A la bancada popular le disgustó el Iñigo Méndez de Vigo de la última sesión de control al Gobierno. Aunque apreciaron que el titular de Educación arremetiese contra C´s – “Lo único que hacen es criticar o tuitear, pero no hacen absolutamente nada más” -, se rindieron al desánimo ante su incapacidad de aclarar su plan para garantizar la libertad de elección de lengua en las escuelas catalanas. Diputados del PP coinciden en que el ministro les ha metido en un buen desbarajuste.

La estrategia de “y dos huevos duros” para frenar a Albert Rivera se ha evidenciado errática y numerosos populares se han mostrado desmotivados y apáticos. Unos han llegado a decirse decepcionados ante la sorpresa propinada por la formación naranja al cuestionar la inmersión lingüística; otros, los más, por la “improvisación” en la reacción con un amago de activar por una vía excepcional del 155 la casilla de castellano en las preinscripciones escolares para acabar negando la mayor, dejando en ridículo a una entusiasta Dolors Montserrat, y al Gobierno en pleno entre la espada y la pared. Lo dicho: Un lío.

El malestar en las filas del PP con el propio Méndez de Vigo ha sido palpable y ha ido mucho más allá de la petición realizada por el presidente de los populares catalanes, Xavier García Albiol, que pidió públicamente que el Ejecutivo se tomase su tiempo porque “ya está bien de experimentos y frases vacías”. Precisamente, la posición de La Moncloa pasa ahora por aparcar el asunto y, en palabras del ministro, “darse un tiempo para hacer las cosas bien y garantizar ese derecho”. A tal fin, el varapalo del TC a la fórmula Wert ha servido de asidero para ir con pies de plomo.

Ese aparcar el problema es todo un mecanismo de autodefensa que permite tirar para adelante. Sin embargo, dentro del Partido Popular no todos comparten la sensación de que este argumento bastará para que las aguas vuelvan a su cauce. De hecho, hay quienes consideran que el auténtico problema es la percepción pública de un Gabinete con casi nulo margen de maniobra, pero volcado en la lucha por el mismo espacio político con C´s, sintiendo el aliento en el cogote de Rivera. Se trata, afirman, de haber destapado el miedo a perder apoyo social, cogidos en el desaguisado abierto por sondeos e intenciones de voto.

El anclaje de Iñigo Méndez de Vigo en el PP era y sigue siendo precario, prácticamente nulo. Su condición de portavoz del Gobierno le permite exhibirse, darle al pico con enorme fluidez, pero puede quedar definitivamente invalidado de puertas para adentro. Quienes así opinan creen que el espectáculo ofrecido ha dado renovadas bazas a Albert Rivera para arrimar el ascua a su sardina. “Justo el efecto contrario – subrayan los detractores del ministro - al pretendido”.