| 19 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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"En El Príncipe de Bel Air, donde todos los personajes son negros, no deben disculparse de nada".
"En El Príncipe de Bel Air, donde todos los personajes son negros, no deben disculparse de nada".

Que nos manden ya el meteorito

Nos han mandado una pandemia mundial y parece que no hemos aprendido. Al siguiente vendrá una invasión alienígena

Que nos lo manden ya por favor, Dios. Que nos lo manden antes de que nos extingamos ahogados entre tanta tontería. Nos han mandado una pandemia mundial y parece que no hemos aprendido. Al siguiente vendrá una invasión alienígena y se irán corriendo pensando que no hay vida inteligente en la tierra. Sobre todo si entran en Twitter y leen cosas de la magnitud intelectual como que ‘El Señor de los Anillos’ es una obra de racistas o machistas. 

 

O si encienden el HBO Max en EEUU y descubren que una obra maestra del cine como ‘Lo que el viento se llevó’ ha sido censurada para que no se ofenda un veinteañero que estudia un grado en igualdad de género y su aspiración en la vida es inventar indignaciones que justifiquen su futuro trabajo enchufado en una ONG tapadera de algún lobby ideológico de la izquierda post marxista mientras papá y mamá le pagan todos los caprichos capitalistas. Que uno será progre y comunista pero la revolución o es con iPhone o no será. 

 

El efecto mariposa del marxismo cultural y la ideología progre mundial es muy curiosa: empiezan unas protestas en EEUU por el asesinato de un negro y acaban llenando de pintadas una estatua dé Churchill por “racista”. Sí, Churchill, ese señor que logró resistir ante la amenaza nazi y consiguió ganarles la guerra. Ese icono de la Europa democrática es un nazi más por obra y gracia de cuatro modernos a los que les han dicho que hay que protestar con rodilla en pie y poniendo fotos en negro en Instagram. Los dinosaurios seguro que se extinguieron por gilipolleces inferiores a esto. 

 

La sociedad Occidental vive en la era de la eterna justificación. Debemos pedir perdón por todo, no sea que alguien se sienta ofendido por su raza, condición, sexo o simplemente porque cría lagartos en casa y has escrito un libro donde ningún personaje forma parte del colectivo oprimido de los crialagartos. 

 

Cada vez, sin darnos cuenta, nos van metiendo esta realidad histórica que se parece preocupantemente a obras como Fahrenheit 451. Si en ésta se prohibían los libros como la República de Platón para que nadie pensara diferente, en nuestra realidad señalan ahora a todo aquello que no responda a los cánones del progresismo. Así la creadora de Friends sale y pide disculpas por no incluir más diversidad racial en su serie para justificarse ante la ola indignada. Eso sí, los creadores de Cosas de Casa o de El Principe de Bel Air, donde todos los personajes eran negros, no deben disculparse de nada. 

 

Pero a ver, ¿No pueden disfrutar ustedes de una película o una serie sin estar contando cuántos blancos, negros, chinos o transexuales norcoreanos salen en pantalla? ¿No saben que es ficción? ¿No saben que a veces esas películas se hicieron en otro tiempo o reflejan otras épocas y realidades? ¿No saben lo que es la libertad creativa? 

 

Al final lo que subyace a todo esto es una guerra cultural. Una guerra que pretende desvirtuar por completo los valores de Occidente. La lucha de clases del marxismo es sustituida por la lucha de identidades, de géneros y de discriminaciones para que algunos puedan continuar soñando en su paraíso autócrata socialista.

La desnaturalización de la sociedad, su pérdida de identidad hasta el punto de que se niega hasta la existencia del sexo biológico (previo pago de campañas millonarias de clóchinas y chufas a los amiguetes), pretende una sociedad maleable por esa izquierda que perdió su razón de ser con la caída del comunismo. 

 

Salimos a tontería indignada por día, y algunos días hasta nos hacen un 2x1 como en el Carrefour. De esta o nos mandan de una vez el meteorito al ver Dios la degeneración de su creación, o no se extrañen si en noviembre vuelve a ganar Trump las elecciones pegando un mega zasca a toda esta ‘nueva realidad’.