| 19 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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Girauta y Rivera hablan con Rajoy durante una sesión en el Congreso.
Girauta y Rivera hablan con Rajoy durante una sesión en el Congreso.

La nueva víctima por la "dictadura" de Rivera en Ciudadanos: Juan Carlos Girauta

El distanciamiento entre el líder de la formación naranja y su mano derecha y portavoz en el Congreso en un hecho. La culpa, del modelo presidencialista del partido y de su afán controlador.

| Antonio Martín Beaumont Opinión

No hay buen clima desde hace meses, y hace unas semanas las imágenes mostraron con toda su crudeza el muro que existe hoy entre el líder y su portavoz parlamentario: Albert Rivera y Juan Carlos Girauta. El minuto de silencio en las escalinatas de los Leones en el Congreso tras el atentado terrorista de Berlín deparó una foto que, claro que sí, vale más que mil palabras. La presidenta Ana Pastor ocupó el centro, y a su izquierda los portavoces parlamentarios de distintos grupos. Por este orden: Rafael Hernando primero, Antonio Hernando a continuación, el propio Rivera en tercer lugar, Aitor Esteban a su lado, etc. ¿Y Girauta? “Expulsado” ante las cámaras al extremo derecho de la instantánea, confundido entre otros rostros. 

Ninguno de los dos quiso disimular. En el fondo les da igual. Entre Rivera y Girauta algo se ha roto que, al fin y al cabo, es lo que importa. Esas formas diferentes de la “nueva política”, que tanto juego ha dado airearlas (y esto vale igual para C´s y, aún con mayor contundencia, para Podemos), en pocos meses han dejado paso a los mismos procesos de luchas cainitas acrisolados durante años en los partidos tradicionales. El carácter presidencialista de la formación naranja lleva a Albert Rivera a acaparar el protagonismo. Todo. Y por ello las fuertes personalidades, necesariamente escondidas en el armario, están predestinadas a explotar con su peor cara en las redes sociales. Juan Carlos Girauta parece haber hallado en Twitter su vía de escape. C´s parece enfrentarse al final de 2016 a una situación de agotamiento que dista mucho de la impresión de solidez que busca proyectar de puertas hacia afuera. 

Rivera acapara todo el protagonismo. Y por ello las fuertes personalidades, necesariamente escondidas en el armario, están predestinadas a explotar con su peor cara en las redes sociales. Girauta ha hallado en Twitter su vía de escape

Albert Rivera a duras penas puede contener el guirigay de su partido. Lo hace a base de tener la última palabra en todas las decisiones. Y cuando se le abre un agujero demasiado visible no le queda otra que tratar de taparlo, como ocurrió con el triste fallecimiento de Rita Barberá que llevó incluso a José Manuel Villegas a confesar en privado el error que resultó pedir su cabeza al PP para plantearse apoyar la investidura de Mariano Rajoy. Un extremo por el que el vicesecretario general, el hombre más cercano al jefe, fue expresamente desautorizado, curiosamente por la jefa de prensa del grupo, Susana León

Las confusiones internas han llegado al extremo de, por ejemplo, hacer pasar en numerosas ocasiones a la dirección del Grupo Popular por media docena de interlocutores antes de obtener respuestas definitivas a sus conversaciones con la corte de Rivera. Esto es, Girauta, Miguel Gutiérrez, Villegas, la jefa de gabinete María Castiella y, finalmente el propio líder. En medio de tanto envoltorio no es extraño que sea habitual la estrecha vigilancia del “todopoderoso” departamento de comunicación, como si fuera la longa manus de Rivera, sobre cualquier diputado o miembro de la Ejecutiva en sus acercamientos a la opinión pública. 

De hecho, ahora mismo las cartas de C´s están lejos de ser ganadoras. La implantación futura del proyecto va a depender (y mucho) de su labor en la Legislatura. Claro. Y para sobrevivir a su exitoso lanzamiento como fuerza política nacional, no le queda más remedio a Albert Rivera que ser imaginativo y permitir a los españoles ver otras bazas distintas de los tics personalistas de siempre.