| 06 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Ximo Puig y Salvador Navarro
Ximo Puig y Salvador Navarro

La familia Adams y la cabra de la patonal

La respuesta del presidente en este annus horribilis – que no es nada comparado con una Administración en quiebra - ha consistido en el despliegue de una intensa agenda política.

| Enrique Martín Edición Elche

El presidente Chimo Puig está en racha. De un lado, el sanchismo, que de la mano de Ábalos se la tiene jurada, ha nombrado como subdelegado del Gobierno en Valencia a un investigado por el caso Taula, Rafael Rubio, lo que desmiente el mensaje de regeneración del PSPV. Estando en estas, la prensa libre revela que el presidente de la Generalidad recibió 18.000 euros en dividendos de una empresa periodística salvada con dinero público, con su visto bueno y el de Illueca, al que
habrá que solicitar rendición de cuentas por su túrbida gestión. Nada de ello se publica en la prensa del régimen, beneficiaria final de las condonaciones de deuda y de los millones de euros de publicidad institucional de su socio, el Presidente de la Generalidad. Afortunadamente, ya no tienen el monopolio de la información y hace tiempo que disparan con pólvora mojada.

Para colmo de los males presidenciales, en el escándalo de las subvenciones de sus hermanísimos, que en cualquier país civilizado provocaría su inmediata dimisión, también el director general de Política Lingüística de la Generalitat Valenciana, Rubén Trenzano, ha sido procesado por un presunto delito de falsedad en documento público, tras emitir un acuerdo aparentemente falso en el que afirmaba que se habían controlado las ayudas a las empresas de la “famiglia”, todas ellas ligadas al lucrativo negocio del valenciano. El último en aparecer en escena ha sido el propio padre del presidente, con una nave abandonada con la que se justificaban subvenciones. La que faltaba para el duro: ya está toda la familia al completo.

La respuesta del presidente en este annus horribilis – que no es nada comparado con lo que le vendrá en plena crisis económica, con una Administración en quiebra y una guerra intestina entre PSPV y Compromís - ha consistido en el despliegue de una intensa agenda política. Lo sorprendente es que no acude a ningún acto, sea de frutas, verduras, carne o pasta, sin la empedernida compañía del presidente de la CEV, Salvador Navarro.

Yo debo ser muy mayor. Tal vez por ello guardo en mi memoria la imagen de las familias de faranduleros, que se ganaban la vida en plazas y calles portando una cabra y una silla. Dirigía la representación el paterfamilias, que amenizaba el espectáculo con toques de corneta. Sabiamente instruida, la cabra se subía al escabel, encabritada sobre sus dos patas y hacía todo tipo de cabriolas increíbles ante el aplauso de los lugareños. Luego, una mujer desaliñada y desdeñosa, con el pelo de un rubio turbio, pasaba un platillo para recoger la colecta del respetable.

El de la corneta en la Comunidad Valenciana es el Presidente Chimo Puig. La del platillo representa a los agentes sociales: la recaudación son los 600.000 € de vellón que la Generalitat acaba de otorgar a los sindicatos y la patronal. La cabra, en sentido metafórico, el majadeado Salvador Navarro.


Posdata: En la pequeña intervención, de sobrero, que le tocó en la cumbre que a fines de junio convocó CEOE con los empresarios más importantes del país, Salvador Navarro repitió como un disco rayado que los valencianos nos sentimos ciudadanos de segunda o de tercera división. Será él: los alicantinos nos sentimos de cuarta o quinta, aunque al Presidente de la CEV no le importe. Dicen que ya le están buscando recambio. Espero que no hayan pensado en la cabritilla que desde hace algún tiempo le acompaña en Alicante, aprendiendo el oficio.