| 27 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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En Almussafes saben que esta vez lo de la Ford va en serio

| Vicente Climent Edición Valencia

El anuncio de la empresa de que va a revisar “planta por planta” su negocio en Europa inquieta a los 9.000 empleados directos, los 100.000 indirectos e inducidos, y a Generalitat, patronal y sindicatos.

Ford cerró su planta de Bélgica por poco rentable, trasladando buena parte de su producción a Valencia. En Europa se quedó con sus centros de con Rumanía, Turquía, Reino Unido, Alemania y España. Alemania es intocable, y es donde se decidirá qué pasará en el resto del Viejo Continente.

En un mercado tan globalizado como el automovilístico los aranceles impuestos por Donald Trump a los productos fabricados fuera de EE.UU. (y Ford es una empresa norteamericana) y la guerra comercial del imprevisible presidente con China (que acabará comprando menos maquinaria y vehículos caros a los alemanes, y estos a su vez menos coches de gama inferior a nosotros), junto con el Brexit y la inestabilidad en Turquía, pueden ayudar a entender el anuncio de la marca del óvalo.

¿Y qué puede pasar en Almussafes? De entrada se descarta el cierre de la factoría. Todas las declaraciones políticas y de representantes del sector inciden especialmente en este punto. Lo que quiere decir que se va a perder empleo, puede que en cantidades significativas, pero no todo el empleo. Lo que ha dicho la empresa es que va a dejar de invertir en las plantas que no sean rentables.

Si bien es cierto que en la valenciana se trabaja mucho y bien, con poca conflictividad porque se sabe que no está en horno para bollos, también lo es que tener el Corredor Mediterráneo sin acabar encarece las exportaciones. Para colmo, los famosos Comités de Defensa de la República de tanto en tanto cortan carreteras y complican el transporte a través de Cataluña. Y Valencia vende fuera el 90% de los coches que produce.

Además, no todos los modelos son tan exitosos -S-Max, Mondeo, Falaxy, Transit Connect y Tourneo- como el Kuga, que fue el coche español más vendido en el mundo en 2017, y que supone algo más de la mitad de la producción de Almussafes. De la factoría española dependen 9.000 puestos de trabajo directo y hasta 100.000 entre indirectos e inducidos, con un clúster de 104 empresas relacionadas con la automoción que hace tiempo que vienen reclamando a la Generalitat a través de AVIA nuevas inversiones que les hagan menos dependientes de Ford.

Las perspectivas son malas. La decisión de la empresa -ahora avanzada a los representantes de sus trabajadores- se concretará el 15 de noviembre. Pero según los sindicatos vienen tiempos “muy complicados” para los trabajadores de Ford en Europa.

En la Comunidad Valenciana desde siempre los sucesivos presidentes de la Generalitat tiemblan cada vez que oyen la palabra “Ford” asociada a la palabra “problema”. Hace escasamente un mes el gobierno que preside Ximo Puig acordó conceder 4 millones de euros a la factoría valenciana para la mejora del proceso de fabricación del Kuga y el desarrollo de vehículos eléctricos.