| 07 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Sánchez y la peligrosa deriva antidemocrática de su Gobierno

| EDITORIAL Editorial

 

 

Si el origen de la presidencia de Sánchez es más que dudoso, pues no procede de una victoria electoral sino de una moción de censura destructiva, sin programa electoral y en compañía de partidos independentistas; su desarrollo confirma su peligrosa deriva antidemocrática.

El bloqueo del Senado como segunda cámara para poder aprobar, con un atajo nefando, el techo de gasto y los Presupuestos Generales, es probablemente el más escandaloso caso de manipulación de las instituciones democráticas que se haya visto nunca en España desde 1978 y resulta más propio de regímenes como el de Venezuela, cuyo presidente tiene costumbre de suspender de facto a su Parlamento cuando éste no certifica sus planes.

Es sencillamente inadmisible que un presidente perdedor y sustentado en los partidos que él debía ayudar a aislar bloquee además al Senado

El asalto a RTVE por decreto ley, la epidemia de enchufes en puestos clave del Estado, la promoción de su propia esposa, su negativa a convocar elecciones, el desprecio al Senado, sus reiterados plagios o sus pactos con el independentismo perfilan a un político que, por convicción o supervivencia, altera las reglas democráticas más elementales para que encajen en su débil realidad política, personal y parlamentaria.

 

 

Es sencillamente inadmisible que un presidente perdedor y sustentado en los partidos que él debía ayudar a aislar bloquee además al Senado, por la única razón de que allí el PP tiene una mayoría absoluta derivada de sus votos. Y que lo haga además para aprobar un techo de gasto despilfarrador con el que pagarse su campaña electoral, roza el fraude ético si no lo rebasa.

A las urnas

No es una cuestión ideológica, sino conceptual, la que ha de mover la respuesta institucional, jurídica, mediática y social a los excesos de un presidente que desprecia a los propios ciudadanos desde el mismo momento en que se niega a consultarles tras derribar al Gobierno que mayoritariamente tuvo su mayor apoyo.

La coincidencia entre el desafío a la Constitución desde el secesionismo catalán y la deriva antidemocrática de Sánchez confirma un paisaje desolador que requiere una respuesta transversal, tranquila pero contundente, que cuando menos destaque la magnitud del exceso, evite su normalización y permita su anulación cuando llegue el momento, cada vez más urgente, de ejercer el derecho al voto.