| 16 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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David Ferrer se despide acompañado de su esposa y su hijo
David Ferrer se despide acompañado de su esposa y su hijo

David Ferrer: el último aliento del guerrero

El tenista de Xàbia puso fin a la carrera más longeva y brillante que un tenista valenciano jamás haya protagonizado. Lo hizo como siempre: despertando una más que merecida admiración.

| Carlos Botey Edición Valencia

A última hora de la noche de ayer, el alemán Sascha Zverev eliminó a David Ferrer en segunda ronda del Mutua Madrid Open. La noticia puede resultar obvia dado que el alemán es el actual defensor del título, así como el campeón en título del Masters ATP logrado ante Djokovic a finales de la pasada temporada. Pues bien, el resultado no cabe ser calificado como evidente porque enfrente se encontraba un Ferru que, sin ir más lejos y en una de las últimas demostraciones de su carácter indomable, había derrotado semanas atrás al propio Zverev en el Masters 1000 de Miami, a sólo ocho días de cumplir los 37 años,  en la enésima muesca que su fusil ha sido capaz de incluir.

Otra como la que sufrió un día antes su gran amigo Roberto Bautista, número 20 del mundo, en la primera ronda del evento madrileño y con la que David alcanzaría las 734 victorias a lo largo de su inolvidable trayectoria ATP. Pues bien, ya no habrá más triunfos; sólo permanecerá un recuerdo lleno de respeto y admiración. El de alguien que nunca dio una bola por pérdida. El de un hombre que encandiló con su estilo luchador a la vez que dignificaba la práctica tenística acompañándola exclusivamente de gestos que reflejaban deportividad y afán de superación a partes iguales.

Muchísimas serían las gestas que su extensísima carrera permite analizar, pero sí una competición ha contribuido  en grado máximo ensalzar la figura del alicantino, ésta no sería otra que la Copa Davis. A través de victorias decisivas - muchas de ellas al límite - ante figuras mundiales del calibre de Djokovic; Roddick; Del Potro o Berdych, el combinado nacional nunca podrá agradecer al bueno de Ferru lo que hizo en aras de forjar para su país la mejor dinastía de lo que va de siglo en el marco de la competición. Cuando otros renunciaban en función de sus intereses personales, él siempre estaba ahí. Su legado va aún más allá de sus tres títulos - 2008, 2009 y 2011 -; aquellos que logró a base de unas épicas batallas que, por derecho propio, ya forman parte de la historia del deporte español.

Pese a que ya sería más que suficiente con lo que su tenis siempre transmitió en cuanto a valores, los datos también echan por tierra los argumentos que alguno de sus detractores - si es que los tuviera - pudieran esgrimir. Es cierto que David Ferrer nunca levantó un Grand Slam - sólo el gran Rafa pudo frenarle en la final de Roland Garros'2013-, pero no lo es menos que deja para la posteridad otros registros verdaderamente asombrosos. En 2012, el año en el que consigue su único Masters 1000 en Paris-Bercy frente a Janowicz, nadie logra más entorchados que David Ferrer en el circuito -  un total de siete -, ni obtiene la cifra de 75 triunfos ATP con la que el alicantino cierra uno de sus característicos prolíficos balances de temporada.

Tampoco el hecho de hallarse de pleno inmerso en la mejor época tenística de toda la historia, coincidiendo con fenómenos de la talla de Nadal; Federer o Djokovic - si bien nunca a la sombra-, ha resultado óbice para poder alcanzar por su parte otras marcas de relumbrón. Así lo acredita el hecho de disputar finales de cinco Masters 1000 diferentes - Roma, Montecarlo, Paris- Bercy, Miami o Cincinatti - sin faltar a alguna de ellas durante cinco campañas consecutivas - 2010-14 -.

Satisfacciones todas ellas que ya en sí constituyen algo más que una extraordinaria trayectoria tenística y deportiva. La misma con la que sueña cualquiera niño que decida con ilusión comenzar a dedicarse a este deporte en nuestra Comunitat. Y es que conseguir que mejor referencia no exista en torno a ello será siempre otra de las conquistas del gran David Ferrer.