×
Portada
España
Investigación
Opinión
Medios
Chismógrafo
Andalucía
Castilla y León
Castilla-La Mancha
C. Valenciana
Economía
Deportes
Motor
Sostenibilidad
Estilo
esTendencia
Salud
ESdiario TV
Viajar
Mundo
Suscribirse
Portada
España
Investigación
Opinión
Medios
Chismógrafo
Andalucía
Castilla y León
Castilla-La Mancha
C. Valenciana
Economía
Deportes
Motor
Sostenibilidad
Estilo
esTendencia
Salud
ESdiario TV
Viajar
Mundo
Suscribirse
El gesto de Letizia que ruborizó al Rey y que revela cómo está su matrimonio
En los últimos días la prensa rosa especula con que ha habido una importante crisis en su relación. Lo que hizo la Reina tras el discurso de su marido, Felipe VI, dice más que mil palabras.
La prensa rosa especula estos días con la "importante crisis" matrimonial que supuestamente han vivido Don Felipe y Doña Letizia y que, al parecer, ya ha quedado atrás. De hecho, contaba la revista Semana el miércoles que ahora viven una "segunda luna de miel".
Obviamente la Casa Real no ha comentado absolutamente nada acerca de las especulaciones, pero hay gestos que valen más que mil palabras. Y el que tuvo este jueves la Reina con su marido en las Cortes dice mucho.
Ocurrió al término del discurso de Felipe VI en el Congreso con motivo del 40 aniversario del referéndum de la Constitución; con sus padres, Don Juan Carlos y Doña Sofía, enfrente y su mujer, la Princesa de Asturias y la Infanta Sofía a su lado.
Acababa el monarca de pronunciar su última frase de un gran discurso: "La Corona está ya indisolublemente unida −en la vida de España− a la democracia y a la libertad", y el hemiciclo estalló en aplausos.
A su lado, Doña Letizia aplaudía con fervor a su marido. Pasaron los segundos y los presentes no dejaban de aplaudir cada vez más fuerte. La Reina tampoco paró, en pie mirando y sonriendo a Don Felipe.
Siguieron y siguieron los vítores y el Rey, tratando de poner fin al acto, tendió la mano a Doña Letizia para salir juntos del hemiciclo, según pudo constatar ESdiario. Pero ella no hizo caso y siguió y siguió aplaudiendo orgullosa a su marido, hasta hacer que el monarca se ruborizase. No quería parar.
En un segundo intento, el Rey volvió a tender la mano a su mujer y, ya sí, ella y las niñas le siguieron fuera.
