| 25 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Así convencieron a Sánchez de que Iceta no podía ser el presidente del Senado

Dos personas fueron clave en convencer al líder del PSOE de que desistiera en su apoyo a Iceta para la Cámara Alta: el temor al Constitucional y la insistencia obraron el "milagro".

| Antonio Martín Beaumont Opinión

 

 

La campaña necesariamente hace espacio a folletines como el de los políticos presos que llegan en coche policial a tomar posesión de sus actas de diputados y senadores ante la puesta en marcha de la legislatura. En España, hablando de política, hemos visto casi de todo, claro.

Y el listón del “procés” está tan alto que sobrepasarlo queda reservado a extravagancias colosales. Pero, desde luego, viendo algunos de los que van a ocupar las bancadas, los próximos años nos reservan sorpresas increíbles. Seguro. Las cámaras de las maravillas.

Miren si no la que se ha liado antes de comenzar con la “ocurrencia” de Pedro Sánchez de que Miquel Iceta fuese senador autonómico y luego presidente del Senado. Lo que a priori parecía un simple trámite se transformó en todo un roto que pudo alcanzar mayores proporciones, convirtiéndose en un problemón institucional.

De hecho, el líder del PSOE estuvo a punto, en un primer momento, de colgarle a Manuel Cruz, su posterior elección como cuarta autoridad del Estado, el cartel de “provisional” hasta que Iceta llegase al cargo con un triunfo jurídico bajo el brazo.

Durante horas, las fuentes defensoras de tan raro  escenario repetían desde La Moncloa: “El presidente ha dicho Iceta. Será Iceta”. Por suerte, la “realpolitik” se impuso. Las dudas –confesaron luego las mismas fuentes- ante un posible fracaso del recurso de amparo al Tribunal Constitucional -redactado en el mismo palacio presidencial- restablecieron la cordura.

Pedro Sánchez, asesorado hasta entonces sobre todo por Carmen Calvo, amplió el círculo de opiniones a otros ministros y decidió alejar la tentación. En este caso, el sentido práctico, principalmente de José Luis Ábalos, evitó una interinidad en la Cámara Alta de efectos difíciles de calcular para la propia institución.