| 05 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Mis crónicas desde el confinamiento: ¿RESIGNADOS?

¿”Doblegaremos la curva”? como reza la cansina consigna presidencial. Otro de los ridículos eufemismos con los que nos confunden intencionadamente. Es la infección lo que toca doblegar.

| JM Felix Edición Valencia

Quisiera ser capaz, querido lector, de resumir en estas crónicas una ínfima parte de cualquiera de las que usted silencia a diario, pero no lo soy. Quisiera también, y en consecuencia, que disculpe esta osadía de trasladar la mía, fruto del desconcierto y el desahogo, de la impotencia y de la rabia. Cóctel tóxico, si no explosivo, que los españoles hemos aprendido a fabricar y remediar a la vez en estos días.

Se me antoja que la resignación pudiera ser fase primitiva de un proceso que espero no llegue a alcanzar síndrome de Estocolmo.

Acudiendo a un diccionario cualquiera, una primera acepción remite a “la aceptación paciente y conforme de una adversidad”. Y coincidirán conmigo en que es esa y no otra, la actitud generalizada del pueblo español en esta ya avanzada etapa de confinamiento.

Los sanitarios, los guardias, los soldados, los agricultores, los transportistas, los autónomos, los funcionarios, los trabajadores, los empresarios … los españoles. Cabreados, muy cabreados -me disculpan el vulgarismo- es lo que estamos de verdad

La RAE, siempre tan precisa, sentencia: “Entrega voluntaria que alguien hace de sí, poniéndose en las manos y voluntad de otro”. Sin comentarios (pues voluntario es el sufragio democrático y voluntaria la selección de papeletas).

Sé que los psicólogos -y cito al catalán Arturo Torres- relacionan y distinguen el término con el de aceptación, para el que reservan virtudes como la capacidad de recuperarse y ver el futuro con ánimo y perspectiva. Mientras consideran que la resignación aumenta la pasividad, merma la oportunidad de aprender y culmina en indefensión individual o colectiva.

Pero cabe citar también -disculpen el atrevimiento- una acepción singular, en clave específicamente religiosa, que define la resignación como “la renuncia voluntaria de beneficios eclesiásticos” (obviamente, de quienes los tienen) y su corolario natural, dicen los clásicos de doctrina tan antigua, no es otro que la “dimisión” (simple, en permuta, o en favor de). Lástima que no resulte de aplicación en la política española del momento.

Frente a la pasividad ensayamos en balcones y en intensas relaciones virtuales; teletrabajamos, telestudiamos, telenseñamos, teleaprendemos. ¡Qué hartura de tele!

Finalmente -vuelvo a disculparme- cabe hablar de la resignación cristiana. No en ese sentido popular que la identifica con la aceptación de los psicólogos. Sino como la definiera Francisco (que no es Papa de mi devoción) en 2017 y con motivo de la denuncia de las catástrofes naturales: “La resignación no es cristiana. El cristiano arriesga para hacer el bien … y proteger al más pobre”.

¿Resignados?

La adversidad es un hecho. Y en la causa no buscamos culpables. Los habrá sin duda, aunque nunca lo sabremos a ciencia cierta. Tal vez todos lo seamos un poco y, autocompasivos, renunciaremos a seguir indagando. La paciencia la mostramos todos. Y cierta conformidad también. Hasta exceso de conformismo en ocasiones.

Frente a la pasividad ensayamos en balcones y en intensas relaciones virtuales; teletrabajamos, telestudiamos, telenseñamos, teleaprendemos. ¡Qué hartura de tele! ¿Aprenderemos? ¿Acaso estamos aprendiendo? Porque el peligroso sentimiento de indefensión amenaza, y no sólo en sentido figurado. Y lo que es más importante ¿Vemos con perspectiva la recuperación?

¿”Doblegaremos la curva”? como reza la cansina consigna presidencial. Otro de los ridículos eufemismos con los que nos confunden intencionadamente. Es la infección lo que toca doblegar, con tests, mascarillas y recursos hospitalarios. La curva es lo único cierto.

¿Alguien dimitirá? … “Cómo haga falta, dónde haga falta, cuándo haga falta”. Que ésta si me gusta y vale para todo. ¿Dimitirá Illa o Marlaska? De Ábalos ni hablar que tiene un máster acelerado y nocturno en la materia.

¿Dimitirá Ana Barceló, látigo inmisericorde durante catorce años por el accidente del metro? Parece que no, al parecer prefiere seguir errando. Y mintiendo.

¿Resignados, entonces? … los sanitarios, los guardias, los soldados, los agricultores, los transportistas, los autónomos, los funcionarios, los trabajadores, los empresarios … los españoles. Cabreados, muy cabreados -me disculpan el vulgarismo- es lo que estamos de verdad. Aviso para navegantes.