| 24 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Ana Julia y la pregunta Sánchez: ¿Va a acabar con la prisión permanente?

| EDITORIAL Editorial

 

 

Aunque la parálisis institucional -y la falta de ganas de Sánchez de cumplir su propia medida- ha demorado la revocación de la prisión permanente revisable, conviene recordar que el Congreso votó a favor de su derogación, anulando así una reforma del Código Penal que gozaba de un consenso social casi unánime y no equivalía a la discutible cadena perpetua. 

El juicio a Ana Julia Quezada, la despiadada asesina del niño Gabriel Cruz, resucita el debate al respecto y obliga a darle una resolución definitiva. Ella, como otros criminales especialmente crueles, se enfrenta a una petición de condena que puede confinarla en la cárcel sin plazo fijo de salida, pero otros de su catadura quedarían libres antes o después, estén o no recuperados, si prospera la reforma ahora paralizada.

 

¿Ha renunciado el Gobierno a la anulación o simplemente espera a otro momento para proseguir con ella? Es una pregunta razonable que debe tener una respuesta concreta e inequívoca, por elemental respeto a la ciudadanía y a las víctimas, que en los casos previstos por la ley para aplicar estas penas siempre son las más indefensas y necesitadas de protección.

¿Y si son irrecuperables?

Junto a ese perfil de los damnificados, prevalece otro también constante en sus verdugos: no son solo crueles, además en muchos casos son reincidentes y en algunos más irrecuperables. A esas situaciones atiende precisamente la prisión permanente revisable, que viene a resolver razonablemente una cuestión esencial de la convivencia pacífica.

Un preso debe tener derecho a reinsertarse si está en condiciones, pero el Estado no puede tener la obligación de soltarlo si es un peligro

Porque se trata de que todos los delincuentes tengan la posibilidad reinsertarse, pero no de que el Estado tenga la obligación de soltarlos cuando ese regreso a la sociedad no es posible. En demasiadas ocasiones los psicólogos y equipos especializados han informado en contra de la liberación de determinados delincuentes que, al volver a la calle, han reanudado sus delitos de carácter homicida y sexual, con niños y mujeres como objetivos siempre.

Peligros públicos

No hay venganza, pues, en la aplicación de la prisión revisable, sino un legítimo y necesario método de autodefensa ante aquellos individuos irrecuperables que no mejoran por el buenismo de quienes, en lugar de juzgarles a ellos y a lo que hacen, les aplican una particular visión idealista del delito incompatible con su naturaleza real.

Si con este tipo de penas se garantiza que no se libere a auténticos peligros públicos y, a la vez, no se fractura el deseable derecho a la reinserción, ¿dónde está el problema? La respuesta es que no existe. Y basta con repasar lo que hizo Ana Julia para concluir que, efectivamente, hay gente que está mejor entre rejas.