| 20 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Hacia un Brexit sin red

El reloj sigue avanzando y el 30 de marzo de 2019, fecha en la que se producirá la salida oficial de Reino Unido, haya acuerdo o no con la Unión Europea, se acerca

Si el triunfo del sí al Brexit supuso ya una verdadera conmoción política dentro y fuera de las fronteras europeas, su ejecución en la realidad se está convirtiendo en una verdadera pesadilla para los negociadores británicos, que se dan de bruces contra una realidad que nada tiene que ver con las expectativas que vendían alegremente a sus ciudadanos en la campaña del fatídico referendum de ominoso recuerdo.

El reloj sigue avanzando y el 30 de marzo de 2019, fecha en la que se producirá la salida oficial de Reino Unido, haya acuerdo o no con la Unión Europea, se acerca. A día de hoy todo apunta a que se seguirá la opción más dura, que dejará aislados a los británicos y provocará un cataclismo financiero y social de una extensión y consecuencias imprevisibles.

 Irlanda, por la frontera con el Ulster, es un país con un interés especial en que se llegue a algún tipo de acuerdo o, caso contrario, que se diga a las claras que se pretende tratar esa frontera como la de un tercer estado, a fin de tomar las medidas de control adecuadas, cosa que ya hace anticipadamente contratando nuevo personal fronterizo.

 El Brexit provoca un gran desgaste en la clase política británica, que sufre un continuo goteo de dimisiones de partidarios de la posición mas dura y que acusan a Theresa May de tibieza. La nueva Ley de Aduanas, que supondria la existencia de un mercado común de bienes, así como de una normativa armonizada (con la europea), es el último gran caballo de batalla que ha hecho que las filas del Partido Conservador se levanten indignados.

 Theresa May ha acabado tomando ella misma las riendas en las negociaciones del Brexit, a pesar de existir un ministro específico para el tema, claramente con la idea de controlar a los díscolos dentro de su propio partido. Pero además, la estrategia británica de intentar socavar la unidad de los líderes europeos y pasar por encima del negociador jefe de la UE para el Brexit, Michel Barnier, ha sentado muy mal en Europa y sus frutos han sido más bien escasos.

 Ya comienzan a levantarse voces dentro del Parlamento británico que critican esta situación de incertidumbre e incapacidad total para tomar decisiones, defendiendo la celebración de una nueva consulta popular. El objetivo de la misma sería romper con esta espiral de inacción y desencuentros, dando un mandato claro al gobierno británico sobre lo que realmente quieren sus ciudadanos.

La pregunta podría contemplar únicamente dos opciones: No acuerdo con la UE o permanencia; o incluir una tercera opción, como ha defendido el ex-primer ministro Tony Blair, introduciendo la posición intermedia de un Brexit blando. Dadas las posturas maximalistas actuales, de llevarse a cabo, muy posiblemente se formulen las opciones más extremas.

Si tomamos en serio al histriónico presidente de Estados unidos, Donald Trump, también le queda a Theresa May la opción de demandar a la UE ante los tribunales. Sugerencia que ésta, con la habitual flema británica, tuvo el buen tino de rechazar.

 Queda poco tiempo ya para tomar decisiones y no existe red de seguridad. Hagan sus quinielas.

*Politólogo y abogado