| 19 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Durao Barroso, Blair, Bush y Aznar, en las Azpres
Durao Barroso, Blair, Bush y Aznar, en las Azpres

Seriedad y periodismo

Los que considerábamos en 2003 que la guerra de Irak era un infundio, agresivo y, sobre todo, innecesario y necio, destinado a generar más problemas de los que solucionaba ¿somos resentidos?

| Eduardo Arroyo Opinión

“Si cae Israel, cae la libertad. Todos los sentimientos están resumidos en el Calvario”. La frase, al parecer, es de Salvador Sostres. Por lo que hay que concluir que incluso a Salvador Sostres se le va la cabeza alguna vez. No es muy recomendable eso de identificar países con valores absolutos a los que los humanos, en el mejor de los casos, solo podemos aspirar a hacerlos realidad en nuestro pequeño círculo e implorar a Dios para ello.

Si hacemos un mejunje estético-literario con Israel, “la libertad” y el Calvario, entonces se alcanzan las cotas mayores de confusión. Pero no. Para Sostres Israel es “la libertad” vinculada no se sabe muy bien en qué términos y de qué manera con “el Calvario”. Su artículo titulado “antitaurinos y pacifistas” es el típico ejemplo de frivolidad periodística, de vaciedad intelectual, de mezcolanza abstrusa de conceptos, al final de la cual nadie entiende nada.

Y es que hasta el más simple puede entender que una cosa es que la izquierda apele a su estulticia tradicional –especialmente la española- a su odio atávico alimentador de antiamericanismos fanáticos y a su antiespañolismo electrizante, capaz de condenar los toros no por lo que tienen de brutal sino por aquello que les identifica con una imagen -estereotipada- de España, y otra cosa muy distinta es que la guerra de fuera un fraude, indecente y sanguinario, además de estúpido, o que un mamífero superior como el toro de lidia muera acuchillado y desangrado presa del terror.

Historias como que si el toro de lidia “no existiría” sin la lidia tienen tanto que ver con lo que se discute –esto es, el sufrimiento de un ser vivo- como pudiera tenerlo, digamos, la reproducción de los batagúridos forestales. Pero la endeblez mental no queda ahí: “Los antitaurinos y los pacifistas son el mismo odio, la misma barbarie. Los antitaurinos no quieren acabar con la Fiesta, sino con las personas a las que nos gustan los toros; del mismo modo que los presuntos pacifistas sólo están en contra de las guerras que libran los Estados Unidos”. Y más aún: “el odio a Aznar, el odio a Israel o el odio a los Estados Unidos viene revestido de un falso prestigio intelectual cuando en realidad es el resentimiento más vulgar, primario y restreñido de los que nunca supieron ser felices”.

En este magma de imprecisiones, de dobles sentidos, de manejo unívoco de conceptos oblicuos –en la terminología de Bertrand Russell-, hay gente que se mueve muy bien y, sobre todo, se siente cómoda porque les permite no esforzarse por precisar demasiado. Por ejemplo, yo soy antitaurino pero no soy de izquierdas y tampoco liberal, ¿mi crítica explica que “nunca supiera ser feliz”? ¿Qué es ser “pacifista”? ¿Criticar la política israelí es “odiar a Israel”?

Los que considerábamos en 2003 que la guerra de Irak era un infundio, agresivo y, sobre todo, innecesario y necio, destinado a generar muchos más problemas de los que solucionaba, ¿somos resentidos? ¿Soy resentido por decir que la política “likudnik” y sionista de asentamientos está destinada a generar eterno conflicto en Palestina?

¿Es resentido, por ejemplo, Sir John Chilcot que acaba de presentar un informe de 12 volúmenes y 2,6 millones de palabras, a petición del gobierno británico, tras 7 años de trabajo, que constituye una devastadora evidencia de los criterios desastrosos que condujeron a los británicos a la guerra de Irak?

Periodistas y tertulianos

Por favor, ya basta. Una buena parte de lo que sucede en España la tienen los periodistas, tertulianos, cárteles mediáticos y “constructores de opinión”, que por nula formación, por servilismo con quién les paga o por prejuicios ideológicos, se involucran en guerras partidistas, guerras de corrillo y chisme, de las que al final solo salen incontables toneladas de confusión.

En este caso, Sostres se ha dejado arrastrar por un sofisma: la izquierda no tiene razón porque es la izquierda. Y lo que es peor: los que no son de izquierdas tienen razón. A este respecto, la CNN ha presentado la patética declaración del impresentable Tony Blair, disculpándose balbuceante ante las cámaras por el desastre de Irak pero reiterando que “no se tomó la decisión equivocada” y que el mundo de hoy es “mejor” sin Saddam.

A estas alturas todo eso ya es historia pero, si lo analizamos ética y políticamente, hace falta ser imbécil. No digamos ya Aznar. Porque al menos los otros tenían poder de decisión pero Aznar pretendía la “grandeur” haciendo seguidismo de los poderosos. Patético.

En el fondo, a la vista de este artículo, Sostres, en esencia, no es diferente de lo que critica. Al menos así ha sido esta vez. Me temo que cada vez quedan menos personas comprometidas con la verdad y la seriedad por encima de todo.