| 18 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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En España es más fácil ver homenajes a Josu Ternera que al Rey Juan Carlos

Los ataques a don Juan Carlos lo son a la idea de la España democrática y obedecen a la pinza del populismo y el nacionalismo. Por eso hay que defender y homenajear su legado.

| EDITORIAL Editorial

 

 

Don Juan Carlos vive este lunes su primer día de jubilación formal y no volverá a representar institucionalmente a la Casa Real, como venía haciendo en determinadas ocasiones tras su abdicación en junio de 2014, presionado por la incipiente ola populista que probablemente hizo del entonces Rey su primera víctima.

El anuncio de su adiós ha venido envuelto por la misma sensación  de rubor, frialdad, temor o todo ello junto que rodea a la Monarquía y especialmente a su patriarca de unos años para acá, y que no se explica solo por los escándalos encarnados en la figura de Urdangarín, en realidad ejemplo de que, en España, ninguna institución está al margen de la ley por poderosa que sea.

Se ataca al símbolo

Hay algo más, sin duda, que enlaza con el desafío que el nacionalismo y el populismo llevan años manteniendo contra el denominado por ellos, despectivamente, "Régimen del 78". Que unos lo hagan para lograr la independencia y otros para resucitar una etérea República en su acepción guerracivilista o bolivariana es menos relevante que la convergencia de pulsos a una idea constitucional de España de la que Juan Carlos I es un símbolo.

 

Que en España sea más sencillo ver homenajes a Santi Potros o Josu Ternera que al Rey Juan Carlos lo dice todo de la poca autoestima de la Nación

Más allá de sus deslices y errores personales, el papel jugado por el Monarca y su esposa, doña Sofía ha sido relevante y decisivo para la consolidación democrática de una España que él pudo intentar gobernar con los poderes plenos heredados de Franco y, sin embargo, entregó al pueblo para ubicar a la Corona es el centro del espacio democrático y ser deudora y servidora de él.

La autoestima de España

Que además parara el golpe involucionista de quienes no entendieron los nuevos tiempos y fuera decisivo para proyectar una imagen internacional de España moderna, cosmopolita y atractiva; son méritos más que suficientes para agradecerle sus servicios, aplaudir su legado y homenajear a su persona.

No hacerlo por temor a quienes no van a aceptar la Monarquía Parlamentaria nunca por lo que tiene de símbolo de la unidad de una España abierta y progresistas, equivale a minar los cimientos que garantizan la solidez del Estado de Derecho. Que en España sea más sencillo ver homenajes a Santi Potros o Josu Ternera que al Rey Juan Carlos lo dice todo de la poca autoestima de la Nación.