| 24 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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El Valencia volverá a jugar una final once años después

Valencia 1 - Betis 0. El tanto de Rodrigo sirve como antesala para un histórico año del Centenario. El Barça aguardará en la final de Copa y, probablemente, en la de la Supercopa.

| Carlos Botey Edición Valencia

El próximo 25 de mayo será jornada de reflexión para algunos... y de júbilo - y quizás de gloria - para otros. Fecha histórica, en cualquier caso, para una afición valencianista que, a buen seguro, inundará de blanco, colores de la Senyera y/o taronja las calles de Sevilla. El mismo sitio en el que 20 años atrás terminó una sequía de títulos que duraba más de 18 años. 

El rival, el mejor posible. No hay mejor aliciente que medirse al claro dominador del torneo, un FC Barcelona que buscará su quinto entorchado consecutivo, amén de hacerlo contra el mejor futbolista de todos los tiempos. Una entronización de ese calibre debe de venir acompañada de la mayor de las gestas.

El camino para llegar hasta ahí no podía resultar fácil. Tampoco lo fue a lo largo de esta ya legendaria para el valencianismo última noche del mes de febrero de 2019. No obstante, el botín del choque de ida permitía al Valencia y a Marcelino plantear el partido como más les conviene. Poco importaba el control bético de la posesión del esférico durante un primer tiempo en el que los che aguardaron su momento.

Jaume Doménech, colosal toda la noche, abortaba lanzamientos con cierto peligro por parte de Jesé y Canales al botar una falta en el contexto de un escenario en el que el Valencia mostraba su voluntad de replegarse y hacer daño a la contra. Sólo unos algo más descontrolados últimos compases del primer tiempo propiciaron que Mandi a la salida de un saque de esquina y, una vez más, Jesé pusieran el "ay" en las gargantas de los aficionados que hacían que Mestalla fuera el de las grandes noches. 

El descanso llegaba, y su efecto a la hora de cortar el ritmo de juego se agradecía desde el prisma de un Valencia CF que volvió al rectángulo de juego con una mayor determinación. Exactamente la que, a los 10 minutos de la misma, provocaba que Piccini profundizara por el costado diestro para habilitar a un Kevin Gameiro que terminaría de corroborar su condición de jugador clave de la eliminatoria para picar el cuero sobre la salida de Joel, posibilitando así que el siempre oportuno Rodrigo lo alojara en el fondo de las mallas. Ni que decir tiene que el delirio con el que el feudo valencianista acogió el tanto fue apoteósico, comparable sólo al de las grandes ocasiones.

A partir de ese instante y pese a que el Betis no se rindió, las opciones del propio Mandi - terrible su error al descolgarse del resto de la zaga para hacer buena la posición de Gameiro en el gol -, Loren o Canales se iban, afortunadamente, al limbo. Estaba escrito que hoy Mestalla disfrutaría plácidamente del billete para una Final que se prevé memorable.