| 20 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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César Sánchez, Luis Barcala,  Carlos Mazón y Teo García Egea
César Sánchez, Luis Barcala, Carlos Mazón y Teo García Egea

El dedo de Teo y el candidato Mazón

Impulsar una renovación del PPCV desde Alicante no es imponerla. Una actualización del discurso del partido no puede hacerse prescindiendo de su principal activo.

| Enrique Martín Edición Alicante

Ahora que principian los congresos del PPCV, a los que seguirán otros, es importante reflexionar sobre el proyecto colectivo de los valencianos -incluyendo a los que lo somos a regañadientes.

El fracaso de la Comunitat Valenciana como proyecto político desde el 78, revelado en su nula capacidad de influencia en el Gobierno de la Nación, ni siquiera para conseguir una financiación justa, se explica por su difícil equilibrio entre el centralismo de la 'villa y corte', a cuyas directrices se ha plegado la disciplina de los partidos locales, y el expansionismo catalán, con cuyas locuras ha jugueteado particularmente la izquierda. En esta babia valenciana, tanto el PPCV por el PSPV optaron por tratar de convertir al cap i casal en una nueva Roma que pudiera rivalizar con Barcelona, aunque para ello tuvieran que expoliar los recursos y la soberanía de alicantinos y castellonenses. Solo cuando la CV sea capaz de aportar una visión de España desde el Mediterráneo, integradora y de futuro, alejada tanto del centralismo como de las fuerzas centrífugas vascas y catalanas, encontrará ella misma la solución a su propia falta de vertebración. Y al revés: la CV no será nunca nada sin un proyecto propiamente español.

Si Rajoy no pudo imponer a Soraya, Casado no debe hacer lo propio con Mazón. Si Alicante se impone por la fuerza, fuerzas contrarias nacerán en Valencia y condenarán nuevamente las posibilidades del centro derecha.

Por ello, molaría Mazo que Mazón entendiera la cuadratura del círculo. Si queremos repetir el fracaso, volveremos a la imposición, esta vez de sentido contrario: impulsar una renovación desde Alicante no es imponerla. Impulsar una actualización del discurso del partido no puede hacerse prescindiendo de su principal activo: los cuadros con experiencia de gobierno.

Algunos libelistas, como el abuelo cebolleta, son capaces de rememorar la historia del PP, del PSPV y del Sursum Corda si es necesario - pero lo hacen como quien revisa entre lagrimones nostálgicos la matriz del talonario de cheques cobrados. Parece que hay un amplio consenso en que Mazón lidere el PP provincial y sea una persona relevante en el conjunto de la Comunidad. Pero Mazón no puede, no debe ser impuesto en la regional desde Madrid. Porque ni él es Zaplana, ni Casado es Aznar. El líder del PPCV debe someterse al escrutinio de las bases, en una asamblea plenamente democrática sin el dedo de Teo (ese que da vida a Adán en la Capilla Sixtina). La época de los cuneros a lo Trillo ha muerto. Si Rajoy no pudo imponer a Soraya, Casado no debe hacer lo propio con Mazón. Si Alicante se impone por la fuerza, fuerzas contrarias nacerán en Valencia y condenarán nuevamente las
posibilidades del centro derecha- toda acción provoca una reacción en sentido contrario.

La Comunitat ha perdido la oportunidad de emular a Madrid y Barcelona en el liderazgo económico. La razón es otra falta de cohesión. Al aldeanismo de la izquierda podemita y catalanoide se une la otra izquierda, la de salón...

Pero además del fracaso territorial, con el Botánico la CV también ha perdido la oportunidad de emular a Madrid y Barcelona en el liderazgo económico. La razón es otra falta de cohesión: la de la izquierda. Al aldeanismo de la izquierda podemita y catalanoide, se une la otra izquierda, la de salón, engrosada por ricos ociosos y funcionarios hastiados con la vida asegurada, que siempre han planteado el cambio de modelo económico porque desprecian lo que somos.

Unos imbéciles pretenciosos han decidido que no podemos ser lo que somos y que pueden cambiarnos a golpe de decreto.

La mayoría de los valencianos no quiere ni pensar en ser catalanes, pero la izquierda juguetea con la idea de los Países Catalanes. La mayoría de los valencianos nos dedicamos al comercio, a la industria, al turismo, a la construcción. Pero la izquierda, como en el símil del cerebro en el recipiente, nos dice que todo eso es malo: hablan de emprendedores porque les jode hablar de empresarios, hablan de inteligencia artificial, porque nos consideran analógicos. Unos imbéciles
pretenciosos han decidido que no podemos ser lo que somos y que pueden cambiarnos a golpe de decreto. Por eso, del buen discurso de Mazón en la presentación de su candidatura, destacó que dijera: “No queremos cambiar a la sociedad; queremos que el PP se parezca lo máximo a la sociedad". Ahí les duele.