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Carrer Major. El prescindible libro de Sánchez

| José Luis Torró Edición Valencia

No figura, entre los innumerables e incontables éxitos políticos, viajeros y hasta literarios alcanzados en los pocos más de siete meses de su gobierno por Pedro Sánchez, el haber hecho frente con eficacia y eficiencia, que son consustanciales a sus modos y maneras de ser, estar y actuar, al grave problema de la piratería intelectual en España. Un problema que ya existía mucho antes de que él llegase al poder.

El fraude, que afecta sobre manera a quienes mayor éxito musical, tecnológico, cinematográfico o literario consiguen, ronda los 1.857 millones de euros. Hablamos de cantidades referidas al año 2017. El lucro cesante se cifra en quinientos siete millones de euros en música, que sigue siendo el sector más perjudicado y no sólo por las copias ilegales sino por la propia gestión que la SGAE, pero ése es otro problema también grave. A 453 millones de euros llegan las pérdidas en películas, mientras que las copias ilegales en series son 167 millones. La piratería de libros privó a sus autores de 203 millones de euros y los videojuegos, 242 millones. El fútbol, 285 millones de euros.

Pedro Sánchez debe tener un motivo más para añadir a su gran ego, a su brillante currículum, a su inmarcesible doctorado cum fraude, gracias el éxito obtenido con su libro de memorias que llevan por título “Manual de resistencia”. Éxito y no precisamente de ventas, que no parece que sea haya sido el caso.

El suyo ha sido el triunfo de la piratería intelectual. Ninguna otra novedad literaria –si acaso cupiera considerarse así—ha merecido la atención que la suya. Fue anunciarse su presentación y su puesta en venta y calentarse las redes con la fricción del ir y venir de sus memorias ya pirateadas digitalmente. Muy mucho me he guardado de hacer lo mismo que un buen número de amigos y conocidos, que me las hicieron llegar acompañado de distintos comentarios, ninguno de ellos amable para el inquilino de La Moncloa. Yo no he reenviado el archivo, y menos después de comprobar que uno de los twitts advertía: Precaución: si recibes un mensaje en el que te anuncian el envío del libro de Pedro Sánchez, no lo abras. Se trata, en efecto, del libro de Pedro Sánchez.

Puestos ya a pensar mal me malicié si el envío no estaría envenenado, y si el archivo no sería en realidad un virus destructor que maldita la gracia que les haría a quienes lo recibiesen desde mi móvil. Tampoco lo hubiese enviado por otra razón, y ésta del todo principal, porque estoy en contra de la piratería y no iba a hacer excepción con estas memorias o lo que sean.

Añadiría otra, también importante, procuro reenviar a mis amigos aquellos chistes y bromas que me hacen verdadera gracia, o los vídeos e historias cuya visión o lectura pueden aportar alguna cosa de provecho. Ninguna de esas razones las iba a encontrar en tan pretencioso libro de memorias. Y más si reparas que la primera decisión que toma –consensuada con su señora, como debe ser—como presidente del Gobierno es cambiar el colchón de la alcoba monclovita. Lo peor no es el cambio, sino que lo anuncie. No hacía falta semejante gasto neuronal por parte de Pedro Sánchez, puesto que la intendencia de La Moncloa sabe cuáles son sus obligaciones y una de ellas es el cambio del ajuar doméstico cuando se produce el relevo de su principal inquilino, pero Pedro Sánchez tenía necesidad de contar que para nada estaba dispuesto a yacer sobre el mismo colchón usado por su antecesor, Mariano Rajoy.

Además, estaba el error –no se ha aclarado si culpa de la amanuense Irene Lozano o del propio dictador de las memorias— de confundir al autor de la frase “decíamos ayer”, que Sánchez atribuye a San Juan de la Cruz en vez de a Fray Luis de León. Que tampoco parece que la pronunciase a su vuelta a la Universidad de Salamanca, tras su paso por la cárcel a instancias de la Inquisición, pero que la tradición le adjudica como cierta.

Si la pretensión de Sánchez era alcanzar la perennidad en el recuerdo de las gentes por haber tenido un hijo, plantado un árbol y escrito un libro, muy bien le podíamos haber excusado de tener que cumplir cualquiera de ellas. Del libro, sobre todo. En poco más de siete meses Sánchez ya nos ha dado ya sobradas muestras para que le recordemos, entre otras cosas y por difícil que parezca, por haber hecho bueno a Rodríguez Zapatero.