| 28 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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El día que abuchearon al Rey en Gernika

El desplante a Felipe VI en Barcelona por el Mobile World Congress (MWC) tiene un precedente remoto en la bronca con la que su padre fue recibido en la Casa de Juntas de Gernika en 1981.

| Heródoto Opinión

La imagen de Felipe VI, ninguneado por la alcaldesa de Barcelona y el presidente del Parlament de Cataluña, en la previa de la inauguración del Mobile World Congress (MWC), cuenta con un antecedente lejano sucedido con su padre hace justo 37 años, también con el telón de fondo de un acto institucional. Se trata de la célebre bronca con la que los diputados de la izquierda abertzale recibieron a Juan Carlos I en Gernika, si bien el clima de fractura y de desestabilización social de entonces era bastante más dramático. España aún estaba sacudiéndoselas sombras de la dictadura y veía cómo el terrorismo y el involucionismo iban empujando cada día hacia al abismo a las aún demasiado tiernas instituciones democráticas.

El suceso tuvo lugar el  4 de febrero de 1981.Juan Carlos I viajó a Gernika, municipio que simboliza los fueros vascos, en unas fechas en las que las tensiones entre Euskadi y el Gobierno de UCD, cuarteado por las  luchas y conspiraciones internas, aumentaban a diario. El reconocimiento al autogobierno vasco que representaba el viaje del Rey hizo que la atención nacional e internacional se fijara en aquella visita, en la que también participó la Reina Sofía.

Además, la crispación social era evidente en la calle, coincidiendo el viaje del monarca con el secuestro del ingeniero de la central nuclear de Lémoniz José María Ryan, por un comando de ETA el 29 de enero. La banda condicionó la liberación de Ryan a la demolición de las instalaciones de la central construidas hasta la fecha en el plazo de una semana. Pero al comprobar que el Gobierno hacía oídos sordos a la amenaza y el chantaje, la banda lo asesinó solo dos días después de la estancia de los Reyes en Gernika.

 

 

Así las cosas, la presencia del Rey en la Casa de Juntas era una verdadera prueba de fuego; un encuentro simbólico entre la nueva legalidad democrática  y la historia vasca. El Gobierno de Euskadi, que apenas llevaba unos meses de andadura, estaba facilitando la visita y mostrando el respeto institucional debido. Aquel 4 de febrero, en la sede foral, consumieron los primeros turnos de palabra el entonces diputado general de Bizkaia, José María Makua; el presidente del Parlamento vasco, Juan José Pujana; y el lehendakari, Carlos Garaikoetxea.

Cantando el Eusko Gudariak puño en alto

Cuando le tocó iniciar su parlamento al jefe del Estado, los representantes de Herri Batasuna y de Laia, una formación de corte comunista y nacionalista, se levantaron de sus asientos y comenzaron a cantar, puño en alto, el Eusko Gudariak o Soldados vascos, considerado por el movimiento abertzale como el himno vasco.  Juan Carlos I aguardó impertérrito, con una  leve sonrisa, a que finalizara la protesta desde el atril, con la Reina, igual de impasible, sentada en la mesa de autoridades.

El Rey llegó a Gernika mientras ETA tenía secuestrado al ingeniero de la central nuclear de Lemóniz, José María Ryan, al que asesinó dos días después, y solo dos semanas antes del ‘Tejerazo’.

Los diputados abertzales, sin embargo, no cesaron en su actitud de protesta, con gritos y abucheos, ni siquiera cuando el resto del hemiciclo rompió en aplausos en un gesto de reconocimiento al soberano. Cuando se entendió que los parlamentarios radicales no iban a cejar en su empeño de boicotear el acto, Pujana ordenó a los integrantes del cuerpo de seguridad de la Administración vasca, los ‘Berroci’, germen de la futura Ertzaintza, que los desalojaran. El Rey procedió entonces a continuar su discurso.

Diecisiete días más tarde, el teniente coronel de la Guardia Civil, Antonio Tejero, interrumpió en el Congreso, en el momento en el que se debatía la elección de Leopoldo Calvo Sotelo como presidente del Gobierno. Adolfo Suárez ya había sido sentenciado por los suyos. El golpe del 23-F tuvo su momento clave cuando el Rey apareció en Televisión Española para rechazar la actuación de los golpistas y mostrar su compromiso con la Constitución y la democracia.

Se dice que ahí se puso fin a la Transición, aplastándose el último rescoldo del Franquismo y consolidándose, si no la Monarquía y la unidad nacional, sí el Juancarlismo. Y a la vista está con lo sucedido a Felipe VI en Barcelona que así parece ser.