| 25 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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¡Atención! Supervisa que tu bebé come correctamente en la guardería

Cuando llevamos a nuestro bebé a la escuela infantil (de 0 a 3 años)  nos asaltan un montón de dudas, entre ellas, el saber si nuestro hijo estará bien alimentado

| Laura Méndez (@oystertrend) Belleza

Cuando llevamos a nuestro bebé a la escuela infantil (de 0 a 3 años)  nos asaltan un montón de dudas, entre ellas, el saber si nuestro hijo estará alimentado correctamente mientras no está con nosotros. Te damos algunas útiles indicaciones para que sepas qué necesidades tiene y puedas exigir que todas ellas se cubran durante las horas que está en la guardería.

Una buena alimentación es vital para que el niño crezca sano y fuerte, pues afecta a su desarrollo físico e intelectual y repercute en su habilidad para aprender y en su rendimiento escolar.

 

Durante los seis primeros meses de vida, la alimentación del bebé es la leche materna o de fórmula de manera prácticamente exclusiva, por lo que, si nuestro hijo va a la guardería solo tendremos que preocuparnos de que se le suministren todos los biberones que necesite con las mismas dosis que toma en casa.

 

Al cumplir su primer año, el bebé ya puede comer todo tipo de alimentos y podrá empezar a masticar piezas troceadas. Sus necesidades nutricionales dependerán de sus medidas y de su actividad, pero en líneas generales necesitará alrededor de 1.300 calorías diarias, 25 gramos de proteínas, entre 100 y 160 gramos de hidratos y de 35 a 45 gramos de grasa.

 

A esta edad el bebé necesita gran cantidad de leche para satisfacer su necesidad de vitamina D. Ingerirá de 500 a 700 cc. cada día, que pueden reemplazarse en parte por un yogur, quesos u otros lácteos.

 

También es importante que se le ofrezcan alimentos nuevos y variados, que coma cada día cereales, dos porciones de vegetales, una porción de fruta y de 50 a 100 gramos de carne. Debe evitarse la condimentación en exceso y la comida muy picante, salada o azucarada.

A los dos años ya empiezan a hacer cuatro comidas diarias y, en algún caso, pueden tomar un suplemento lácteo antes de acostarse. Es fundamental repartir los aportes calóricos de las cuatro comidas básicas ya que esos hábitos serán su guía para la etapa adulta, de forma que el desayuno supondrá el 25%, la comida y la cena el 30% cada una y la merienda el 15%.

 

En esta etapa ya se pueden añadir unos trocitos de carne, verduras o frutas a sus papillas o purés. Se recomienda, además, el consumo de medio litro de leche al día, unas 1.400 calorías, 30-40 gramos de proteínas, 130-180 de hidratos y 45-55 de grasa.

 

Cuando ya comen sólidos, en algunas escuelas infantiles permiten que los pequeños traigan cada día de casa su propia comida y en otras no. La primera opción suele ahorrar costes, aunque supone un gasto importante de tiempo. Es más habitual que el pequeño use el servicio de la guardería, que tiene la obligación de elaborar menús equilibrados siguiendo las directrices de especialistas en nutrición.

 

Cuando los bebés empiezan a tomar purés, los padres deben avisar en la guardería de qué alimentos pueden ingerir hasta nueva prescripción médica. En caso de que el niño tenga alguna intolerancia, también hay que hacerlo constar por escrito.

 

La comunicación entre los padres y los educadores del centro es fundamental también en el ámbito alimentario. Es importante que los padres sepan qué ha comido cada día para asegurarse de que no repita los mismos alimentos en casa y, de esta forma, pueda tener cubiertas sus necesidades nutricionales.