El Valencia arrastra su pena (2-1)

Si el fútbol es un deporte fascinante es porque los actos, buenos o malos, no siempre están relacionados con las consecuencias. Por ello, aunque el Valencia actual sea un club a la deriva, se espera con ilusión el partido del miércoles ante el Chelsea. Eso sí, el regreso al Villamarín, tras la final del Centenario, demuestra que a veces se obtiene la triste cosecha que se siembra, como ha ocurrido desde el verano, con las salidas de Marcelino y Alemany.

La primera parte empezó con el dominio del Betis. Posesión, posesión y posesión. Progresaban los andaluces con paciencia. En el minuto 33, jugada perfecta de Ferran desde la derecha. Se internó hasta el área el extremo, pase atrás, rebotó en un defensa bético, y apareció Maxi Gómez para tirar con la derecha desde dentro del área y batir a Joel.

En el minuto 37, se internó desde la banda izquierda el Betis. Alex Moreno pisó área, pasó atrás y apareció Joaquín solo para golpear de primeras con la derecha y hacer el empate. 

Se llegó al descanso con empate en el Villamarín en un gran partido, con mucho ritmo. El Betis podría ir ganando fácilmente. Había sido mejor, había tenido más posesión, más dominio y ocasiones. Consiguió reponerse del tanto inicial de un Valencia que había atacado a oleadas pero no fue constante. 

En la segunda parte, Ferran Torres fue el mejor, de nuevo, en el Valencia. Tuvo la más clara pero le pegó con la izquierda demasiado arriba. Intentaba espabilar un poco el Valencia.

Mejoría del Valencia conforme iba acabando el partido. La gasolina del Betis parecía un poco vacía y el equipo ché no quería firmar el empate. En el 90, Kang In envió el balón al larguero. Sin embargo, en el 94, Canales marcó el 2-1 de falta directa. 

El que viene no será un buen tiempo para el Valencia. El equipo no muestra nada nuevo. A ratos  mejora el juego, pero es la misma e intermitente mejora de los últimos meses. El club y el equipo arrastran la pena de haber quedado descabezados. El Villamarín, donde se encumbró al tumbar al Barça de Messi en la final del Centenario, ha sido testigo de la decadencia presente.