| 19 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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La España constitucional se ha hartado de populismo, nacionalismo y sanchismo

| EDITORIAL Editorial

 

 

 

Es sorprendente que el Gobierno que más ha hecho por devaluar la Constitución, al servirse de partidos que no creen en ella y la denigran para llegar al poder negado por las urnas, lleve días ufanado en advertir de los riesgos para la Carta Magna que supone la irrupción de un pequeño partido, sin presencia institucional, en las Elecciones de Andalucía.

El nacimiento de Vox para el gran público, con sus errores y tendencias populistas, simboliza en realidad el hartazgo de una abrumadora mayoría de la ciudadanía española al triple desafío que supone la hegemonía institucional artificial del independentismo, el populismo y el sanchismo que se poya en ambos; un tridente marcado por el desafecto desde la convicción o la necesidad a la arquitectura democrática que acaba de conmemorar cuarenta años de progreso y libertad.

La España constitucional y mayoritaria se ha hartado del triple desafío del populismo, el nacionalismo y el sanchismo

El partido de Abascal solo es, pues, un síntoma de algo mucho mayor, más importante e imparable; que añade al agotamiento descrito ante al reiterada agresión la sensación, inaceptable, de que esa alianza de intereses quiere perpetuarse por el método de aplazar unas Elecciones Generales que debieran ser de obligatoria convocatoria para Sánchez.

La España constitucional es el paraguas que ha permitido convivir a desiguales, haciendo de esa pluralidad ideológica, cultural o geográfica una seña de identidad del propio país, y no un indicio de la coexistencia forzada de varias naciones distintas y oprimidas: lo que el nacionalismo catalán o vasco presentan como una prueba de su exclusividad nacional es, en realidad, una demostración de la solera de una nación histórica, compuesta necesariamente por distintas identidades fruto de su secular trayectoria.

Y todo ello parece reaccionar en fechas señaladas como el 12 de octubre o el 6 de diciembre, hitos del calendario donde el sentimiento nacional, perfectamente encajable en cualquier ideología y nunca privativo de una de ellas, se manifiesta institucionalmente con la claridad que ya existe siempre en la calle.

Clamor popular

El merecido homenaje al Rey Juan Carlos, cuyas aportaciones a la consolidación democrática de España son infinitamente superiores a sus errores personales, parece resumir una reacción institucional a todo ese fenómeno agresivo, no contra la Corona, sino contra la propia idea de España. Y la firmeza del PP y de Cs, enlaza también en el ámbito político con el clamor popular preexistente contra el sistemático ataque a lo que somos.

Vox, en ese contexto, solo ha sido relevante cuando el resto no ha ejercido las funciones que de ellos cabe esperar, poniendo voz a la indignación que ya existía en la sociedad y no a la inversa. Defender a España, por arcaica que resulte la expresión, ha de estar siempre de rabiosa actualidad, pues si algún país ha de enorgullecerse y cuidar su democracia especialmente es aquel que pasó por una dictadura antes de conquistarla.

Si algo va contra la Constitución es el desprecio de quienes, paradójicamente, soportan al Gobierno de España

Y eso, con un formidable discurso del Rey Felipe y otro de enjundia de la presidenta del Congreso, Ana Pastor, es lo que parece haber empezado a hacer España desde sus poderes públicos. Esa imagen constitucional del Congreso, completada con el homenaje a don Juan Carlos y doña Sofía y con la presencia de cuatro expresidentes de PSOE y PP; es un aldabonazo necesario que ha de mantenerse sin ambages y sin pedir permiso.

En la otra pantalla, un Podemos indignado y un nacionalismo montaraz representan lo peor contra el espíritu constitucional, con la desgraciada evidencia de que ejercen de báculo de un Gobierno socialista que, no creyendo seguramente en lo que representan sus socios, se posiciona siempre más cerca de ellos por razones de supervivencia.