| 19 de Abril de 2024 Director Benjamín López

× Portada España Investigación Opinión Medios Chismógrafo Andalucía Castilla y León Castilla-La Mancha C. Valenciana Economía Deportes Motor Sostenibilidad Estilo esTendencia Salud ESdiario TV Viajar Mundo Suscribirse

De brazos cruzados entre la marea del terror populista

Hace ahora 80 años desapareció el rastro de August Landmesser, el obrero que en 1936 se negó a realizar el saludo nazi en Hamburgo, convIrtiéndose en un símbolo de la objeción de conciencia.

| Heródoto Opinión

 

El sectarismo inoculado en las masas deriva en populismo, la enfermedad más devastadora en las sociedades avanzadas. Detrás de los horrores y de los episodios más atroces de la historia contemporánea, está esa suerte de demencia colectiva, un monstruo sanguinario que no se para ante las leyes de la democracia, de la razón o de la humanidad más elemental.

Los totalitarismos, con el nazismo y el estalinismo como sus caras más brutales, y todos los nacionalismos, incluidos aquellos que se venden como “pacifistas”, pero que parten siempre  del supremacismo y de la exclusión; han sido y son las manifestaciones más claras de este cáncer que aún en el siglo XXI nos sigue azotando. Por eso, una histórica imagen como la que recordamos en esta ocasión sigue desgraciadamente vigente.

Como miles de alemanes, August se afilió al partido nazi para poder trabajar. En 1935 lo expulsaron por casarse con una judía. Desde entonces repudió el nazismo y no levantó el brazo aquel día en el astillero de Hamburgo

August Landmesser es el protagonista de El hombre cruzado de brazos en medio del saludo nazi, título con el que se conoce a este ya célebre fotografía, que le muestra a él, cruzado de brazos, entre centenares de trabajadores alemanes haciendo el saludo nazi. Se tomó en 1936, en los astilleros de la ciudad de Hamburgo, durante la botadura de un buque de la marina alemana.

Landmesser nació en 1910 y se afilió al partido nazi en 1931 para conseguir un trabajo. El carné le ayudó a encontrar empleo pero le quemó en las manos cuando desde el gobierno comandado por Adolf Hilter comenzaron a dictarse normas antisemitas. En 1935 fue expulsado del partido por haberse casado con una mujer judía, Irma Eckler, con la que tuvo dos hijas, Ingrid e Irene.

A partir de ahí comenzó una persecución contra August, como contra todos los ciudadanos alemanes que tuvieron algún vínculo judío, que en su caso concluyó en 1938, hace ahora pues 80 años, cuando directamente fue encarcelado por el delito de Rassenschande ("deshonra de la raza").

Irma fue detenida por la Gestapo y su pista se perdió y las niñas fueron separadas: Ingrid pudo vivir con su abuela y a Irene acabó en un orfanato. Fue Irene precisamente la que en 1991 reconoció a su padre en la foto y años después escribió su trágica historia.

¿Y cuál fue la suerte de August? Es un misterio, aunque algunos investigadores sostienen que fue sacado de la cárcel en 1941 para enrolarlo en el cuerpo del Ejército que combatía en el frente ruso, donde desapareció finalmente.

 

La foto se puede admirar en el memorial Topografía del Terror de Berlín, ubicado en el solar donde estuvo la sede de la Gestapo y de las SS, uno de los mayores centros de tortura del régimen nazi.

 

Su foto se puede admirar en el centro de documentación Topografía del Terror, emplazado donde hasta 1945 se encontraban las centrales de la Gestapo y las SS, en la antigua calle Prinz Albrecht 8 de Berlín; un complejo donde fueron torturadas y asesinadas miles de personas durante el régimen nazi.

El centro exhibe la foto de August como un emblema del coraje individual, de valerosa resistencia y de objeción de conciencia. Él, seguramente, solo pensaba en su familia en aquel instante. Hoy  es la fuente de inspiración para cientos de miles de personas y de familias en el mundo. Y lo tendrá que seguir siendo en el futuro.