| 18 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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El 'caso Gabriel': preguntas y reflexiones sobre un crimen que reclama un debate

El asesinato del pequeño impone una reflexión autocrítica sobre el papel de los niños en determinadas decisiones adultas y también sobre el show mediático que genera el morbo más insano.

| Esdiario Editorial

 

 

Con España aún conmocionada por la muerte en terribles circunstancias de Gabriel y la detención de su madrastra, conviene no caer en el error de exacerbar lecturas paralelas sobre la catadura de la presunta asesina, la actitud de los padres, las pesquisas policiales y el nivel de alertas que, tal vez, pudiera haber activado la propia víctima.

Se debe ser cauteloso, por respeto al fallecido, a sus familiares, a los Cuerpos de Seguridad y a la propia sociedad española; frenando toda tentación de convertir un hecho tan luctuoso en el enésimo espectáculo en la televisión camuflado bajo una inexistente capa de interés informativo.

Parece mentira que España entera se rebelara contra el tratamiento del horror de las niñas de Alcáser y que ahora, dos años después, no hayamos quedado inmunizados.

No es momento de elucubraciones, sino de certezas, y las conclusiones científicas siempre llevan más tiempo que las elucubraciones mediáticas y los rumores callejeros. Por ello el único debate razonable en torno a este caso es el referido a la prisión permanente revisable, objeto de discusión parlamentaria el próximo jueves.

No pueden salir

Sobre el respecto, este medio ya se ha pronunciado en consonancia con una abrumadora mayoría de la sociedad española: sería inaceptable que se anulara una medida legal que no condena nadie a una pena perpetua pero libera al Estado de soltarle de nuevo a la calle si su rehabilitación es imposible.

 

 

Dicho lo cual, sí procede reflexionar sobre la necesidad de encajar en las decisiones adultas la opinión de los niños, a menudo sometidos a vaivenes que, cuando sólo actúan el padre y la madre, la legislación ha ido resolviendo de manera razonable con la custodia compartida: tiene poco sentido insistir en la obviedad de que los hijos deben ser atendidos por hombres y mujeres durante el matrimonio y que, cuando éste termina, ellas tienen preferencia sobre ellos. La igualdad, un valor felizmente en alza, ha de serlo siempre y para todos.

La custodia compartida es un gran avance por la igualdad, pero hay que integrar en ella la opinión del niño cuando aparecen otras personas

Responsabilizarse ambos de su descendencia es mucho más sensato, especialmente si a la vez se defienden nuevos modelos de familia que, para determinados colectivos, los incluyen a todos a excepción de uno por razones pintorescas e ideológicas: el del padre que, como la madre, quiere seguir ejerciendo de tal con el catálogo de derechos y obligaciones que eso comporta.

El bienestar

Pero la irrupción de nuevas personas en este triángulo original donde todos deben tener el mismo estatus sí exige una pensada, viendo además cómo el pobre Gabriel había mostrado reiteradamente su rechazo a la persona que, según todos los indicios y pruebas, terminó con su vida.

Un niño no tiene capacidad de decidir sobre muchas cosas y eso, más que una barrera, es desde luego una herramienta de protección que coloca a sus padres en la responsabilidad máxima para garantizar su bienestar. Pero sí tiene opinión y ésta debe ser escuchada, bien en el seno familiar, bien en las instancias oportunas; cuando irrumpen otras personas en su paisaje vital. El cruel destino de Gabriel es la mejor prueba de ello.