| 25 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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Rubalcaba, junto a Pedro Sánchez en el 39 Congreso Federal del PSOE.
Rubalcaba, junto a Pedro Sánchez en el 39 Congreso Federal del PSOE.

Rubalcaba agita el PSOE con lo que dice en privado del último invento de Sánchez

Fuertes discrepancias entre la dirección del Grupo Parlamentario Socialista y su jefe, que no es diputado. El motivo es el bodrio conocido como Reforma de la Ley de la Memoria y su impulsor.

| Carlos Dávila España

Primeras (y fuertes) discrepancias entre la dirección del Grupo Parlamentario Socialista y su jefe, que no es diputado, Pedro Sánchez. El motivo es el bodrio conocido como Reforma de la Ley de Memoria Histórica, otro bodrio, recordarán, que data de los tiempos infelices de la magistratura de Zapatero y que el PP, no se sabe por qué, no quiso derogar.

La cuestión actual es que un personaje segundón, radical y revanchista, que lleva por nombre y apellido Andrés Perelló, reunió un día en la sede socialista de Ferraz a un grupo de mozalbetes enrabietados y entre todos parieron un texto vengativo que se apresuró a presentar en Paterna, Valencia.

La elección no fue casual: el jefe del bodrio es natural de Buñol, ha sido alcalde de su pueblo, diputado, senador y eurodiputado también, y se lleva a matar, pero es pecado menor, con el presidente de su comunidad y correligionario Ximo Puig.

Sánchez recompensó a Perelló su traición a Pérez Tapias y le obsequió con la Secretaría de Justicia, Libertades y Nuevos Derechos.

Sánchez se hizo con el texto, le pareció suficientemente vengativo y lo hizo suyo, sin, aquí está la madre de la discrepancia, consultar lo más mínimo con su Grupo Socialista en el Parlamento que hoy por hoy, está que trina y no quiere saber nada, pero que nada, del mencionado bodrio revanchista.

En semejante posición están los ahora muy activos miembros de lo que los sanchistas denominan con evidente sarcasmo: “Viejo PSOE”. Uno de ellos, que fue secretario general del partido no se olvide el dato, es Alfredo Pérez Rubalcaba que no se cansa de asegurar que la reforma de esta ley no es más que una estupidez atolondrada de unos dirigentes que se disponen a perder con ella miles de votos del centro izquierda español.

O sea, que con Sánchez no está más que una parte de su Ejecutiva (habría que saber quién), la cuadrilla que dirige Perelló, y nadie más, no, desde luego, el Grupo Socialista del Parlamento que, entre otras cosas, imputa al bodrio mil irregularidades jurídicas, características de una proposición no de ley que se ha redactado no para mejorar la vida de la gente, pequeño detalle que a Sánchez le debería preocupar, sino sencillamente para disputar a los leninistas de Podemos la primogenitura de la izquierda más radical.

Andrés Perelló, impulsor de la nueva Ley de Memoria del PSOE, en La Sexta Noche.

 

De todas formas, que nadie se plantee falsas ilusiones: el Grupo del Congreso no va a desautorizar públicamente la propuesta revanchista; no, esperará a que otros, el Gobierno del Partido Popular, vete la Ley y ésta no pueda ser tramitada parlamentariamente.

Rajoy no dejará que el bodrio se haga carne en el Congreso amparándose simplemente a que éste recoge indemnizaciones económicas, un capítulo que, según la legislación vigente, tendría que soportarse en los Presupuestos, algo que no va a ocurrir.

Así, de esta manera, el bodrio de los mozalbetes de Perelló no llegará a parte alguna, los socialistas del Congreso siempre podrán acusar al PP de cargarse el texto, y Sánchez, se presentará en sociedad como auspiciador infumable de aquella ley de Memoria que desenfundó su antecesor Zapatero con el único propósito de reivindicar la historia de su abuelo, el capitán Lozano que, como quedó en su momento palmariamente, fue un agente doble al que los franquistas pasaron por las armas.

El Grupo Socialista en el Congreso está que trina y no quiere saber nada, pero que nada, del mencionado bodrio revanchista.

Sánchez paga a Perelló su deslealtad, la mudanza que hizo desde la Izquierda Socialista de Pérez Tapias, al que votó como candidato a la Secretaría General del partido. Se cambió de bando y Sánchez, en recompensa, le obsequió con la Secretaría de Justicia, Libertades y Nuevos Derechos. Perelló encantando, justificó en su día su volantín diciendo que Sánchez le había conquistado por representaba el “socialismo moderno”.

Pues bien: estos modernos socialistas, vuelven a fijarse en lo ocurrido en España hace cuarenta años, y el Gobierno -que tendrá que asumir el coste político de la operación- vetará el susodicho bodrio en el que se recogen propuestas tan disparatadas, adjetivo del “Viejo PSOE”, como la persecución y multa de todos aquellos que en uso de su libertad más íntima, tengan en su casa algún recuerdo del general Franco, la retirada de las placas conmemorativas de los asesinatos de miles de personas fusiladas por los republicanos, el desmantelamiento absoluto de El Valle de los Caídos, o la concesión por decreto de la nacionalidad española a los estalinistas de las Brigadas Internacionales que viajaron a la Guerra civil Española con la orden directa del homicida Stalin de imponer en nuestro país la más feroz dictadura del proletariado.

Sánchez y su converso secretario sin embargo no se van a conformar. Perelló tiene la encomienda de perpetrar otro bodrio parecido: otro bodrio parecido destinado a convertir a España en el paraíso de la hiperlaicidad, con iniciativas, se supone, como la de eliminar desde luego de la Constitución cualquier vestigio de mención a la mayoritaria confesión religiosa en España: la Iglesia Católica.

Si consigue esta vez que los socialistas del Congreso traguen con esta propuesta del grupo de mozalbetes de Perelló -aunque él, hagamos con justicia, no pertenece a esa identidad cronológica- Sánchez podrá de nuevo aparecer como el “enragé” que disputa las voluntades del sovietismo más neto a Pablo Iglesias y a su Podemos en perfecta decadencia.

De este modo, además, podrá compensar el mal gusto que le está quedando después de conocer que, como narramos en esta crónica, su Grupo Parlamentario no ha hecho suya, ni mucho menos, la iniciativa que él presentó, acompañado naturalmente del miliciano Perelló en Paterna.