| 25 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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¿El Madrid de Florentino? ¿El Madrid de Zidane?
¿El Madrid de Florentino? ¿El Madrid de Zidane?

El Madrid de la inercia

Con la Undécima ha vuelto a demostrar que es el único equipo del planeta capaz de alzarse con el título más importante a pesar de remar sin proyecto de club desde tiempos inmemoriales.

| Pablo Lolaso Opinión

El Madrid desde Di Stéfano hasta la Quinta del Buitre lo ganó todo y lo ganó muchas veces porque tenía una idea. Quizá esa idea era simplemente Don Alfredo, o sencillamente una conjunción de muy buenos jugadores españoles, pero la había. Todo giraba en torno a algo y cualquier modificación en la estructura, por pequeña que fuera, tenía que conjuntar con el espíritu inicial.

Pero llegaron los noventa y poco a poco el Madrid fue perdiendo una esencia determinada, clara, definida; y se fue diluyendo, pero sin dejar de ganar. ¿Y cómo será recordado este Madrid de las últimas cinco Champions? ¿El Madrid de Florentino? ¿El Madrid de Zidane? ¿El Madrid de Cristiano? El Madrid de la inercia, creo yo. Nunca deja de ganar y realmente no se sabe muy bien cómo lo hace. Es como el PP, siempre ganan, aunque lo hagan rematadamente mal. Se fichan jugadores un poco sin sentido, se cambia constantemente de entrenador y, por ende, de rumbo, y milagrosamente nunca deja de estar ahí. Gana por inercia, gana porque siempre ha ganado, gana porque sabe salir a por todas cuando toca ir a por algo importante. Y a base de un palmarés irrefutable lleva maquillando temporadas contra el mejor Barcelona de la historia desde hace tres o cuatro lustros.

El Madrid realmente no tiene nada. O sea, lo tiene todo: mucho dinero, grandísimos jugadores, un estadio impresionante, una cantera con tentáculos en todo el planeta y más títulos que la Duquesa de Alba. Pero en el camino hasta conseguir todo esto ha perdido un poco su alma. No ha perdido la inercia, pero sí su esencia. Este Madrid, el de este año, no ha enganchado, no ha hecho vibrar a nadie y solo ha resucitado a base de lo único imprescindible: ganar. Le salva que el fútbol, cuando llega a los penaltis le confiere a las victorias una épica prácticamente inalcanzable para otros deportes. Pero esto no deja de ser un parche que tapa una planificación de la temporada nefasta. Un parche que tapa unas estadísticas inertes, unas rachas inservibles. Un parche que tapa que el Madrid de los últimos ocho años (desde que volvió Florentino) solo ha conseguido ganar una liga; las mismas que el Atleti, por cierto. El Madrid es una cara bonita, una cáscara, un huevo kinder que no sorprende a nadie ya. Pero al final siempre salva el culo con la Champions.

El Madrid es una cara bonita, una cáscara, un huevo kinder que no sorprende a nadie ya.

Por otro lado, el Atlético de Madrid, a base de un director deportivo y un presidente que no han parado de aporrear el teclado hasta que han dado con la tecla apropiada, ha encontrado su estilo e idea de juego, clarísima y bien definida. Y ni con esas ha sido capaz de ganar al Madrid ninguna de estas dos finales, quizá simplemente porque no tiene esa inercia ganadora. Y sintiéndolo mucho el Atlético no pasará a la historia de la Champions igual que tampoco pasó el Valencia de las dos finales, porque los finalistas (atención, alerta por obviedad) nunca fueron ganadores de nada.

El madridismo, por su parte, seguirá (seguiremos) creyendo que nuestro equipo es el mejor, que nuestros jugadores son los más guapos y que somos la afición más exigente del mundo; y así continuaremos sobreviviendo en la jungla de las urgencias históricas por ganar títulos y jamás veremos cómo ningún proyecto fructifica en nuestro club. Y el equipo, mientras tanto, que en diciembre estaba debatiendo cuántos bocadillos de mortadela se comía Benítez entre entrenamiento y entrenamiento, ha vuelto a ganar una Champions más sin saber muy bien ni a qué juega, ni cómo juega, ni a qué va a jugar el año que viene, ni nada. Simplemente juega a ganar. Y no se le da nada mal.

PD: por cada mención a este escrito con la palabra ‘presupuesto’ morirá un bebé de oso panda.