| 18 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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El otoño caliente que espera a Sánchez tras su luna de miel en el estreno

Disipado el impacto de sus nombramientos, aparecerá la realidad: Podemos enfrentado y agraviado, un apoyo escaso y una nacionalismo catalán rearmado que no declinará en su desafío.

| ESdiario Editorial

 

 

Los primeros días de Pedro Sánchez en el Gobierno están siendo una inesperada luna de miel que diluye, con la colaboración de un contexto mediático siempre distante del anterior Ejecutivo, los objetivos nubarrones que se ciernen sobre su futuro inmediato.

La glamurosa composición de su Consejo de Ministros, ciertamente llamativo;  y la  importancia que se le da a detalles importantes -la positiva apuesta por la mujer- y otros menos relevantes -el procedimiento empleado para aceptar los cargos-; ha hecho olvidar de momento el terrible paisaje que rodea al Gobierno con menos apoyo parlamentario de la historia de España y al único, en toda Europa, que ejerce el poder Ejecutivo sin haber ganado en las urnas, estando a 53 escaños del ganador y disponiendo incluso de menos diputados que la suma de las actas de todos los grupos que lo han aupado al poder.

Ha sido Iglesias, y no la derecha, quien ha pronosticado un calvario y le ha recordado a Sánchez su débil realidad

Que haya sido Pablo Iglesias quien ha recordado esta retahíla de certezas numéricas y políticas desmiente a quienes intentan presentar ese análisis objetivo como el producto de una mala digestión del PP o de Ciudadanos y lo colocan en el lugar correcto: Sánchez, cuando se disipe el humo de sus acertados fuegos artificiales, será un presidente sin respaldo de las urnas, con apenas el 23% de representación en el Parlamento, con unos 'socios' que, si no le dan lo que esperan a cambio de su apoyo, le harán la vida imposible y, finalmente, con una oposición rearmada e impulsada por la sensación de agravio tras el traumático desalojo.

Y todo ello se percibirá con estruendo este mismo otoño, cuando confluirán la elaboración de los Presupuestos para 2019, la Diada del 11S, los primeros juicios a los autores del 'procés' unilateral y el inicio de una larga precampaña para las Autonómicas y Municipales que en realidad Sánchez ya ha comenzado con su aterrizaje en La Moncloa.

Precampaña electoral

Es muy probable que el nuevo presidente fuera consciente de todo ello antes de ganarle a Rajoy la moción de censura y no es descartable que no le importe si, con ello, convierte su bloqueo en un trampolín electoral: es mejor llegar a las urnas desde la presidencia que desde fuera incluso del Parlamento; y no parece difícil exportar la idea, en un eventual adelanto electoral, de que Podemos no le ha dejado gobernar. Aunque sea frívolo en términos nacionales; es eficaz a efectos políticos.

 

 

Quizá a eso se reduzca todo el proyecto de Sánchez, a una suerte de preparación de las siguientes Generales, a las que el PSOE llegará fortalecido como nadie esperaba y ningún sondeo auguraba. Porque la otra opción es sufrir el "calvario" anunciado por el líder de Podemos, desdibujado por completo en los últimos días: aunque su apoyo ha sido decisivo para el relevo de Rajoy, el botín que esperaba en forma de nombramientos y participación en el Gobierno, no le ha llegado: si no puede participar en los "éxitos", resulta evidente que a Podemos le interesa electoralmente que no los haya para evitar ser devorado por el PSOE.

Las opciones para las próximas Generales se están jugando desde el Gobierno, pero no pensando en el país

Pero lo más relevante es la gestión del conflicto catalán, que no amainará en los próximos meses, sino todo lo contrario: el desafío no traspasará probablemente las líneas rojas penales; pero se mantendrá de manera asfixiante en el ámbito institucional e incrementará su acción en la calle al objeto de incorporar al mayor número de catalanes a tan inquietante ola.

Y nada de eso se arregla con apelaciones al diálogo, como con buena intención repiten Sánchez o su ministra Batet, como si todo el problema naciera de una mera falta de sensibilidad del Gobierno precedente y no de un pulso desbocado de un nacionalismo que ahora busca construir una mayoría social más amplia para lograr su objetivo de otra manera.

Una evidencia

Aunque es de esperar que PP y Ciudadanos mantengan el mismo respaldo al Gobierno que ha de brindarse siempre en este asunto con independencia del color del titular; es evidente que el soberanismo ve ahora más grietas que nunca: si se atrevió a desafiar a una alianza constitucional de tres grandes partidos y a un Ejecutivo de 137 diputados, ¿cómo no va a hacerlo con uno de 84 que ha prosperado gracias a su apoyo?