| 10 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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Pedro Sánchez, en un acto de la precampaña del PSOE
Pedro Sánchez, en un acto de la precampaña del PSOE

Las contradicciones del PSOE desbaratan el discurso de Sánchez contra Podemos

En el caso de Pedro Sánchez y su discurso contra Iglesias, los hechos desmienten a las palabras. Los ataques a Podemos suben de tono pero la realidad le desmiente y le deja en evidencia.

| Benjamín López Opinión

Pedro Sánchez está absolutamente enrocado. El fracaso en la investidura no le ha hecho variar ni un ápice su estrategia. En el partido aseguran que nada ni nadie le hará renunciar a su idea de no pactar jamás y bajo ninguna circunstancia con el PP. Es más, si el PSOE es segundo el 26-J, seguirá exactamente los mismos pasos que dio tras el 20 de diciembre. Es decir, dejará al más votado, previsiblemente el líder del PP, que intente la investidura y si no lo logra lo intentará él.

Lo hará apoyándose bien en Podemos o bien en Ciudadanos, en función de los resultados, y buscando al menos la abstención del otro. En resumen, Sánchez optará por seguir la misma vía muerta, el mismo callejón sin salida del 20 de diciembre que acabó en fracaso y en repetición de elecciones.  

Sánchez ha convertido la batalla por ganar las elecciones en el combate por la hegemonía de la izquierda

La batalla del PSOE no está en ganar los comicios -ellos mismos lo ven casi imposible- sino en pelear por la hegemonía de la izquierda. Pero ahí tienen un grave problema de falta de coherencia entre lo que dicen y lo que hacen que no saben cómo combatir. Pedro Sánchez ha pasado al ataque y carga verbalmente, cada día más duro, contra Podemos pero luego los hechos desmienten sus palabras.

Mientras asegura que hay que estar “alerta” porque Podemos quiere para España "retrocesos en derechos y libertades”, entra a formar parte del gobierno de Ada Colau en el ayuntamiento de Barcelona; mientras dice que Iglesias está “defendiendo que haya presos políticos” en Venezuela, aúpa a Manuela Carmena a la alcaldía de Madrid y se apoya en Podemos para gobernar en Castilla-La Mancha, Extremadura, Baleares...

Sin argumentos para la campaña

Dicho en términos castizos, pone una vela a Dios y otra al demonio. Su mensaje por el cambio se cae por su propio peso cuando es obvio que, busque la fórmula que busque, necesita contar con Podemos, el partido hijo del chavismo, los que suponen un peligro para España, según dice ahora el propio Sánchez. La contradicción salta a la vista y cuanto más aumenta la crítica del PSOE a Iglesias más evidente es, tanto que incluso a los propios socialistas les cuesta encontrar un argumento para disimularla.

De hecho sólo tienen uno: no permitir que gobierne el PP bajo ninguna circunstancia. De hecho ya lo dijo Pedro Sánchez en aquella frase lapidaria: “estamos dispuestos a pactar con todos menos con el PP y con Bildu”. Resulta incomprensible que para la actual dirección socialista Podemos sea un partido más admisible que el de Mariano Rajoy.

Según dicen ellos los votantes del PSOE no entenderían una alianza con los 'populares'. Normal, tanto se han cargado las tintas contra este partido desde tiempos de Zapatero que ahora es pronunciar sus siglas y los socialistas ven al mismo diablo. Sin embargo pueden tolerar al 'chavista' de Iglesias, a la izquierda radical que quiere retrocesos en derechos y libertades para España, que se alía con Tsipras, que defiende la autodeterminación de Cataluña, la libertad de los presos etarras y saca la cara por Otegi.

Si eso es así, hay que concluir que el partido que más tiempo ha gobernado este país, el PSOE, se ha radicalizado tanto que ha pasado a convertirse en un problema para España más que en una alternativa al PP.