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Rubalcaba, en 2016 con Susannna Griso
Rubalcaba, en 2016 con Susannna Griso

La nula relación de Rubalcaba con Sánchez contada por él: "Dejó de hablarme"

Rubalcaba falleció apartado del PSOE de Pedro Sánchez y radicalmente enfrentado, como toda la vieja guardia, a los pactos que el presidente electo impulsó a su pesar.

| Javier Rodríguez Opinión

 Alfredo Pérez Rubalcaba se ha ido, entre el reconocimiento y afecto de propios y extraños, algo de lo que muy pocos políticos del centroderecha disfrutaron, con casos tan flagrantes como los de Manuel Fraga o Loyola de Palacios, ninguneados o directamente zaheridos por la izquierda más radical y también, y esto es lo más triste, por el PSOE, como recuerda un celebradísimo reportaje de ESdiario este fin de semana.

La imagen de Pedro Sánchez velando el féretro de su predecesor en la secretaría general, prácticamente durante todo el tiempo en que permaneció abierta la capilla ardiente hasta su entierro dominical en Tres Cantos, refleja sin duda el dolor personal que en momentos así siente cualquier persona de bien; pero no da para tapar las abismales diferencias entre ambos.

Porque Rubalcaba, aun retirado desde 2014, fue uno de los dirigentes más nítidamente opuestos a todo lo que Sánchez ha venido haciendo desde 2015, cuando llevó a España a la repetición de Elecciones Generales, finalmente celebradas de nuevo en 2016 y saldadas con otra derrota de Rajoy.

 

Ya de antes promovió a Eduardo Madina como secretario general, un puesto finalmente logrado por Sánchez gracias, paradójicamente, a Susana Díaz, que movió todo su poder interno para promover a un dirigente casi desconocido que le guardara la silla mientras ella ganaba las Elecciones en Andalucía, un hito que consideraba imprescindible para desembarcar en Ferraz con autoridad. Le salió el tiro por la culata y el líder efímero se quedó con los galones regalados: el resto es historia.

Un detractor de los pactos de Sánchez

Entre medias, Rubalcaba fue de los más contundentes detractores del intento de pacto que, tras los comicios de junio de 2016, protagonizó Sánchez con Podemos y los independentistas, finalmente concretado en la moción de censura: aquella vez, la vieja guardia comandada por el asturiano Javier Fernández logró frenarle, destituyéndole como secretario general en un brusco Comité Federal, con una operación que Rubalcaba conocía y respaldaba.

 

 

Pero cometieron el error de no explicar la razón de esa maniobra, dejando que Sánchez les presentara a todos como una especie de vendidos a Rajoy en lugar de como los patriotas que fueron: el ahora presidente pudo resucitar presentándose ante lo militantes como el único capaz de oponerse a Rajoy, instigando unas Primarias que ganó a Susana Díaz con  un mensaje tan falsario como exitoso: solo él se oponía al PP.

Del enorme desafecto de Rubalcaba hacia Sánchez, y de las represalias que éste tomó contra él, da cuenta un último detalle bien reciente: la marginación de Elena Valenciano en las listas socialistas a las Elecciones Europeas, pese al buen trabajo que allí estaba haciendo a juicio de propios y extraños y su disposición a seguir en Bruselas. Su relevo fue un sopapo a Rubalcaba en rostro ajeno. Y ambos lo sabían.

"Dejó de hablarme"

Que Sánchez celebre ahora jornadas de luto, en plena campaña electoral, es una ironía de dimensiones siderales, especialmente cuando la gran virtud de Rubalcaba, ser efectivamente un hombre de Estado, es la que más le hizo incómodo para el nuevo líder socialista: el fallecido se oponía ardientemente a todo lo que Sánchez ha hecho, a sus pactos con Podemos y al apoyo directo o indirecto del independentismo.

 

Alabar su condición de estadista cuando esa virtud fue despreciada, resulta sorprendente. Rubalcaba, como Felipe, Guerra, Corcuera, Leguina o Ibarra, fue desplazado y ninguneado por el sanchismo, incapaz de soportar la fidelidad de los viejos rockeros al socialismo tradicional, español y constitucional y enojado por una de las frases más míticas del difunto: aquella que definió lo que finalmente ha hecho Sánchez con la expresión "Gobierno Frankenstein".

Del reguero de pruebas de la actitud de uno y otro da cuenta un demoledor vídeo de una entrevista de Rubalcaba en Antena 3, en el programa Espejo Público de Susanna Griso, en la cual el exvicepresidente incluso desveló cómo Pedro Sánchez dejó de dirigirle la palabra por mostrarle su oposición a cualquier pacto con populistas y nacionalistas: "Yo le dije esto a él y debo decir que dejamos de hablar. Bueno, dejó de hablar él". Más claro, agua.