| 24 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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Mis crónicas desde el confinamiento: El silencio de los corderos

Una conferencia de presidentes autonómicos - la quinta dominical; otro récord para llevar al estúpido medallero de Sánchez- y su enésima “comparecencia” doméstica para opacar la anterior.

| JM Felix Edición Valencia

Confieso que hoy he escrito a mis propios contactos contrastando la fecha de Gloria y Resurrección con mi hartazgo tras treinta días de aislamiento por imperativo legal. Mi hartazgo también de lo virtual y del fingido virtuosismo generalizado, del bombardeo de estímulos contradictorios y de dudoso origen, de falsos profetas, de manipuladores de todo signo, de censores de nuevo cuño, de cobardes empoderados, de autoritarios enanos mentales y de atletas de ficción.

Ávido de un poco de silencio. Pero no del de los corderos … Domingo de gloria y resurrección, que no de más autobombo y de mentiras irredentas. Sin solución de continuidad, una conferencia de presidentes autonómicos -sí, si, la quinta dominical; otro récord para llevar al estúpido medallero de Sánchez- y su enésima “comparecencia” doméstica para opacar lo convulso de la otra, parapetado en inoportuno lenguaje bélico, y con el disimulo - falsedad torpemente encubierta- como procedimiento.

Sánchez espetó ese SÍ sobreactuado como lacónica afirmación a la dócil demanda del periodista catalán, en un acto de chulería final

Siquiera el nuevo método para preguntar, arrancado tras unánime protesta por la vergüenza enlatada a la que asistíamos perplejos, ha servido para alterar los resultados del monólogo tan tedioso y permanente. (Hasta el bueno del conocido presentador del único noticiero que todavía soporto, glosaba “no se ha extendido el presidente en su última respuesta”. El alacrán, amigo, el alacrán del cuento. Sánchez espetó ese SÍ sobreactuado como lacónica afirmación a la dócil demanda del periodista catalán, en un acto de chulería final, que cursó como fiel autorretrato de su nimiedad autoritaria).

¿Le habrán creído Casado (el vilipendiado Casado), Abascal (el censurado Abascal), Arrimadas (la ninguneada Arrimadas), Díaz (la injuriada presidenta madrileña), Feijóo (el sensato Feijóo), Torra (el inhabilitado), Urkullu (el cosechador de nueces) … Yo no. ¡Cómo hacerlo tras los insultos de Lastra, tras el bulo de Echenique (el que no pagaba la seguridad social de su cuidador), tras la sonora -ya vieja- destitución de Edmundo Bal, tras el abuso verbal de Sánchez en el Congreso, tras el papelón de la ministra de Trabajo, tras el pasteleo con el secesionismo, tras los pactos de los socialistas navarros con Batasuna! ¡Cómo hacerlo!

Pero hasta el bueno del conocido presentador del único noticiero que todavía soporto, agradecido al copioso abono gubernamental de las finanzas de su quasi oligopolio mediático, terciaba en el momento oportuno “la pandemia que llegó de un día para otro” … faltando a su costumbre y mintiendo. ¿Mentiras piadosas? … repugnantes por obvias.

No son genios ni héroes lo que necesitamos ahora. Mejor eficiencia y silencio, mucho silencio.

Y el Comité de Expertos … (me dicen que piqué el anzuelo de la falsa incorporación de Pajín; si así es me excuso tanto cuanto me alegro), hipócrita escudo de inferior protección al de la mascarilla casera -única en la mayoría de las casas-, cabreado, al parecer, (imposible distinguir verdad en este patio de Monipodio) por falta de consulta, es sin embargo celebrado, así como la agilidad gubernamental, en el mismo noticiero, por el profesor Hernández Aguado, de cuyo prestigio y solvencia no tengo duda alguna. Claro que, tampoco, de que fue Director de Salud pública del ministro Bernat, del gobierno de Zapatero, y diseñó –precisamente- la estrategia institucional de respuesta en caso de crisis epidemiológica. ¡No había otro a quien consultar! ¡Qué feliz coincidencia! (No parecen preocuparle sus respuestas a Araceli Guede en 20 minutos el pasado día 11 de marzo. Léanlo).

“No son genios lo que necesitamos ahora” fue lúcida frase de gran arquitecto catalán de la transición. Y no son héroes lo que necesitamos en esta luctuosa transición que amenaza involución democrática. Mejor eficiencia y silencio, mucho silencio. Salvo el tan humillante de los corderos.