| 24 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Dos empresas relatan cómo Sanidad intentó una compra chapucera de mascarillas

El Ministerio trató de hacerse con material cuando ya no quedaban ni los restos en el mercado internacional. Así lo cuentan dos proveedores habituales del Sistema Nacional de Salud.

| Vicente Gil Opinión

 

“No hay test ni mascarillas en el mercado. Están agotadas. El Gobierno llegó tarde a comprar. No hubo ninguna previsión. Les advertimos y hasta el 3 de marzo no hicieron nada. Entonces, ya era tarde”.

Es la dramática denuncia de dos de las principales empresas que suministran material sanitario al Sistema Nacional de Salud y las comunidades autónomas. “Por eso ahora están confiscando test y mascarillas. Porque no hay suficientes y en el mercado internacional se agotaron hace semanas”.

“Es un drama”, señalan las fuentes consultadas. “Nuestros médicos trabajan desnudos ante el virus”. La recomendación de la OMS de aumentar el número de test no se va a poder cumplir porque el Gobierno no compró a tiempo y están agotados.

“Veíamos hace semanas la gravedad de la situación y nos ofrecimos incluso a pagar por adelantado los pedidos”, señala un directivo de una de estas compañías. “El Ministerio de Sanidad rechazó nuestra ayuda y dijo que no hacía falta”, relata otro. “Ahora estamos buscando el material donde podemos, pero es tarde”.

Las fuentes explican a ESdiario que las mascarillas homologadas FFP2 y FFP3 o la equivalente americana N95 son las únicas que ofrecen seguridad al personal sanitario en contacto con el virus. Los tres fabricantes y suministradores habituales del material homologado son la multinacional americana 3M, Alemania y China.

Las fuentes explican que China dejó de producir hace dos meses al comenzar la epidemia, que Alemania -con previsión- dejó de exportar a principios de marzo para no desabastecer sus hospitales y que la producción de los americanos es insuficiente.

“Están saturados y no te garantizan un plazo de entrega”, afirman. “Nos hablan de 20 días y eso -dicen- supone muchos médicos y enfermeros trabajando en nuestros hospitales sin protección durante tres semanas”. “Los chinos se han puesto a fabricar ahora de nuevo, pero tampoco garantizan la entrega hasta dentro de dos semanas”.

Una de las fuentes rompe, casi, a llorar de impotencia al hablar con el periodista. Lleva dos meses de una enorme presión. “¿Por qué no hizo nada el Ministerio antes de que el mercado llegara al desabastecimiento total?”, se lamenta. “Nosotros lo veíamos hace semanas porque vemos a diario las condiciones lamentables de trabajo a las que han abocado a nuestros sanitarios”.

“Es dramático -afirma- el tiempo valiosísimo que perdieron, sobre todo desde que saltó lo de Italia. Era pura impotencia lo que sentíamos” y apunta a la irresponsabilidad de no prohibir actos masivos y de ver cómo el propio Gobierno alentaba las manifestaciones del 8-M. Se muestran indignados. “El 3 de marzo, cinco días antes del 8-M, el director general del INGESA (Instituto Nacional de Gestión Sanitaria), Alfonso Jiménez Palacios, nos convocó a una reunión de urgencia a todas las empresas del sector”. El INGESA es “la central de compras” del ministerio de Sanidad.

“Nos pidió una entrega urgente de material -nos dijo- en pocos días y nos advirtió que esto era prioritario y que dejáramos de servir a las comunidades autónomas y hospitales del Sistema Nacional de Salud; que ellos se encargarían”.

Contestamos al director general que llegaban tarde; que el mercado estaba desabastecido

El dato coincide con las quejas reiteradas de la Comunidad de Madrid, que, desde primeros de marzo, lleva “rogando” al Gobierno que dote de material a los hospitales madrileños. “Contestamos al director general que llegaban tarde; que el mercado estaba desabastecido. Ahora estamos acudiendo a Turquía y Brasil, pero nos ofrecen cantidades insuficientes de material para las necesidades ingentes de los hospitales”.

Y dan un dato que indica el alarmante desconocimiento de la gestión de una crisis de este tamaño. “El director general nos pidió 35 millones de mascarillas quirúrgicas tipo II y tipo IIR y 1,5 millones de mascarillas FFP2 y FFP3. Nos quedamos sorprendidos y le dijimos que, con eso, no cubría para nada la emergencia. Nos contestó que al día siguiente ya nos daría otra cifra”.

Otro día más perdido, se lamentan. Días y días perdidos desde enero. “Fue la primera vez en dos meses, desde que empezó la crisis en China, que pidieron una compra masiva de material sanitario. Fueron dos meses perdidos”.

Las fuentes consultadas en estas empresas de suministro de material sanitario, que trabajan codo con codo a diario con médicos y hospitales, muestran impotencia y rabia. Y se hacen una pregunta: “¿Por qué siguió alentando el Gobierno las manifestaciones del 8-M si en aquella reunión del 3 de marzo ya conocía la gravedad de la situación?”.

El daño económico para millones de ciudadanos y empresas es aún difícil de calcular, pero el número de muertos ya sabemos -de fuentes oficiales- que va a ser “insoportable”, “inaguantable”, “enorme”, “durísimo”… en las próximas semanas hasta que se pare el pico de contagios. ¿Cuántos muertos pudieron evitarse?

Cuando todo esto pase, no podremos quedarnos impasibles. El poder tratará de que olvidemos su grave negligencia estos dos meses. Tendremos la obligación moral, como sociedad, de buscar responsables y encontrar respuestas para este drama nacional.